Se han anunciado los resultados del recuento de las elecciones presidenciales de Madagascar, que revelan una participación relativamente baja. Con sólo un 37,22% de participación, estas elecciones están marcadas por un notable desinterés por parte de los votantes, lo que plantea dudas sobre su legitimidad.
En esta elección sin precedentes, sólo tres candidatos de los trece en liza solicitaron el voto de los electores. Los otros diez pidieron un boicot de la votación, que condujo a una participación selectiva y limitada a determinadas regiones urbanas. Un colectivo de diez opositores, entre ellos ex presidentes malgaches, afirma incluso que estas elecciones fueron organizadas por la fuerza y de forma ilegal.
Las cifras provisionales publicadas por la comisión electoral (Ceni) se basan sólo en el 3% de los colegios electorales, lo que representa menos del 0,2% de los electores. Por tanto, es necesario esperar a los resultados finales para sacar conclusiones más precisas. Estos resultados se consolidarán a partir del 80% de los boletines y deberán publicarse a finales de noviembre.
La baja participación plantea dudas sobre la legitimidad del voto. Algunos creen que la tasa de participación no puede ser un indicador fiable de la legitimidad, mientras que otros consideran que la mayoría de los malgaches han expresado su descontento quedándose en casa.
También es importante señalar que esta elección estuvo marcada por manifestaciones de apoyo y protesta de partidarios de los diferentes candidatos. Por lo tanto, tememos que las protestas puedan degenerar en manifestaciones violentas, aunque esto siga siendo difícil de predecir.
De todos modos, esta elección presidencial en Madagascar plantea dudas sobre su legitimidad y su impacto en la situación política y social del país. Los resultados finales proclamados por el Alto Tribunal Constitucional a principios de diciembre seguramente serán objeto de especial atención por parte de todos los implicados.
Debemos esperar que estas elecciones ayuden a promover la democracia y brinden respuestas a los desafíos que enfrenta Madagascar. Porque en un país donde la estabilidad política y el desarrollo económico son cuestiones importantes, es esencial que el proceso electoral sea transparente, legítimo y respetado por todos.