“El coral de Tabarka: entre el tráfico, los peligros humanos y la preservación del ecosistema”

El coral de Tabarka, una riqueza en peligro

Situado en el norte de Túnez, el coral de Tabarka ha sido durante mucho tiempo una fuente de prosperidad para la región. En 2019, las autoridades tunecinas desmantelaron una red de tráfico internacional incautando 600 kilos de coral, valorados en 2 millones de euros. Los elevados precios de exportación del coral, que pueden alcanzar los 5.000 euros el kilo, lo convierten en un recurso muy codiciado. Sin embargo, el sector ha perdido su esplendor en el país. Los mineros de coral tienen dificultades para cubrir sus gastos ante el aumento de los costes logísticos, los buceadores son cada vez más escasos debido a los peligros de su profesión y el contrabando crece, lo que provoca una caída de los precios del coral en el mercado.

Pero el coral de Tabarka es mucho más que un simple producto lucrativo. También es responsable de la muerte de muchos buceadores. Slim Medimegh, buceador profesional desde hace 26 años y entrenado en arrecifes de coral, constata con tristeza el saldo mortal: «Enterramos a muchos buceadores cada año, hay muertes y desapariciones que nunca encontramos».

Ante la escasez de buceadores profesionales, la caza furtiva se está intensificando. Hoy en día, los pescadores todavía utilizan una técnica antigua de golpear los arrecifes de coral con una gran cruz de metal llamada cruz de San Andrés, recolectando así restos de coral. Una técnica moderna pero igualmente devastadora consiste en remolcar grandes cadenas a las que se sujetan trozos de red, con la ayuda de barcos pesqueros equipados con potentes motores.

Estas prácticas ilegales casi empujaron a Mourad Ben Khelifa, armador de corales durante diez años, a abandonar la profesión. Se enfrenta a muchas dificultades, incluido el aumento de los precios del helio necesario para inmersiones profundas y la competencia del contrabando de coral argelino en una de las reservas de coral rojo más grandes del Mediterráneo. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por controlar este tráfico, los delincuentes a menudo escapan por poco del procesamiento, y el juego del gato y el ratón continúa sin cesar.

Una vez pescado, el coral se destina a la exportación, principalmente a Italia, que domina el mercado. Sin embargo, los controles aduaneros y policiales están aumentando y se realizan incautaciones periódicas. Estas medidas cada vez más estrictas también ponen en dificultades a los actores legales del sector. Las autoridades parecen haber sucumbido a la fantasía que rodea al coral y tratar a los delincuentes con la misma severidad que si fueran sorprendidos en el acto de tráfico de drogas. Esta situación crea una atmósfera de incertidumbre y miedo entre los actores del sector, desanimando a muchos de continuar con sus actividades.

Más allá de las cuestiones económicas, el tráfico de coral también amenaza el ecosistema coralino en el Mediterráneo. Esta cuestión medioambiental fue destacada en el documental tunecino “The Red”. Es urgente encontrar soluciones para proteger este tesoro natural y permitir que los arrecifes de coral legales continúen su actividad en condiciones más seguras y sostenibles.

En conclusión, el coral de Tabarka, que alguna vez fue una fuente de riqueza y prestigio para la región, se enfrenta hoy a numerosos desafíos. Los peligros de la profesión de pesca de coral, la competencia del contrabando, la intensificación de los controles aduaneros y policiales, así como las preocupaciones medioambientales, ponen en peligro la sostenibilidad de este sector. Es fundamental encontrar un equilibrio entre la preservación del ecosistema coralino y la consideración de las realidades económicas y sociales de los actores de este sector.

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