La transferencia de poder de una administración a otra suele ir acompañada de interrogantes sobre el estado de las finanzas públicas. Este también fue el caso en Liberia cuando el presidente saliente, George Weah, afirmó haber dejado 40 millones de dólares en las arcas estatales. Sin embargo, su sucesor Joseph Boakai dijo recientemente que el saldo real era de sólo 20,5 millones de dólares.
Esta polémica despertó el interés del Senado de Liberia, que ordenó al Banco Central aclarar las contradicciones entre los dos presidentes. Los miembros del Senado pidieron a los funcionarios del banco central que comparecieran ante los comités de cuentas públicas, auditoría, banca y moneda para brindar aclaraciones.
El Presidente Boakai también aprovechó esta oportunidad para prometer luchar contra la corrupción. Dijo que se aseguraría de que se llevaran a cabo auditorías periódicas no sólo en el ejecutivo sino también en todos los órganos del gobierno. Este deseo de transparencia y rendición de cuentas debería ayudar a fortalecer la confianza pública en la administración.
Vale la pena señalar que poco después de perder las elecciones presidenciales, George Weah declaró públicamente que esperaba que Boakai no presentara cargos contra funcionarios de su administración, tal como él mismo no había procesado a miembros del gobierno del antiguo partido al que pertenecía. Boakai había sido vicepresidente.
Estas declaraciones plantean dudas sobre la voluntad del nuevo presidente de actuar con moderación y no involucrarse en una caza de brujas política. Liberia enfrenta muchos desafíos, incluida la reconstrucción posconflicto y el fortalecimiento de sus instituciones democráticas. Un enfoque equilibrado entre rendición de cuentas y estabilidad política será esencial para garantizar un futuro próspero para el país y sus ciudadanos.