El Ram Janmabhoomi Mandir fue inaugurado recientemente con gran fanfarria por el primer ministro indio, Narendra Modi, lo que generó admiración y controversia. Este templo, erigido en el lugar de la mezquita Babri Masjid destruida en 1992, simboliza un cambio profundo en los valores fundacionales de la India y pone de relieve el deseo de Modi de presentarse como un defensor del nacionalismo hindú.
La inauguración del Ram Janmabhoomi Mandir estuvo marcada por una fastuosa ceremonia a la que asistieron miles de invitados cuidadosamente seleccionados y transmitida en vivo a millones de espectadores en todo el país. El propio Modi participó personalmente en esta inauguración, posicionándose como líder político y guía espiritual de la India. Incluso se llamó a sí mismo «Rey de los Dioses».
Sin embargo, esta medida de Modi ha sido criticada por algunos hindúes que creen que el Primer Ministro está utilizando la religión con fines políticos. Para ellos, esta toma de posesión no es más que un golpe electoral y una traición a la naturaleza sagrada de su fe.
Pero este acontecimiento también marca un cambio profundo en la política india en materia de religión. Modi logró difuminar las líneas entre Estado y religión, algo que sus predecesores no habían logrado. De esta manera reforzó su imagen de líder dedicado y político que cumple sus promesas.
Esta evolución hacia el nacionalismo hindú ha estado en marcha desde que Modi llegó al poder en 2014. Fue reelegido en 2019 demostrando una política aún más centrada en Hindutva, la ideología que defiende a la India como una tierra exclusivamente hindú. Medidas controvertidas, como revocar la condición de Estado de la región de mayoría musulmana de Jammu y Cachemira y aprobar una ley de ciudadanía que discrimina a los musulmanes, han reforzado la sensación de que la India se encamina hacia un Estado hindú.
La inauguración del templo Ram Janmabhoomi Mandir es, por tanto, el logro máximo de este desarrollo político. India se convierte así en una nación hindú de facto, en la que el Estado asume el papel de construir los símbolos religiosos hindúes y donde su líder oficia como primer ministro y sumo sacerdote del país.
Esta transformación plantea interrogantes sobre la supervivencia de la democracia centenaria de la India y la protección de los derechos de las minorías religiosas. Los partidarios de Modi aplauden su acción, mientras que sus oponentes temen que este hecho amenace la pluralidad y la coexistencia pacífica de las diferentes religiones del país.
Cualquiera que sea la opinión que uno tenga sobre este tema, una cosa es segura: la inauguración del Ram Janmabhoomi Mandir marca un importante punto de inflexión en la historia de la India y continúa provocando apasionados debates sobre el lugar de la religión en la política.