El hospital europeo de Khan Younes, situado en la Franja de Gaza, se ha convertido en el símbolo de la catástrofe humanitaria en curso en este enclave palestino. El personal médico, compuesto por enfermeras, equipos de atención y médicos, se enfrenta a condiciones de trabajo extremadamente difíciles y a un hacinamiento cada vez mayor.
Imane Maarifi, enfermera, y Raphaël Pitti, anestesiólogo-resucitador, completaron recientemente una misión de dos semanas en el hospital europeo. Son testigos de la vida cotidiana del establecimiento transformado en un campo de desplazados, donde la población carece de todo. Las calles están sucias y las condiciones de vida precarias. Miles de personas se refugiaron alrededor del hospital, tratando de escapar de los combates y los bombardeos.
La falta de equipamiento médico es flagrante, con escasez de sábanas, campos de tratamiento esterilizados y opioides. Los cuidadores deben tomar decisiones desgarradoras y conservar los recursos disponibles. Es común ver a pacientes recibiendo atención en pasillos abarrotados, y algunos niños no dudan en robar guantes para fabricar globos.
Además de los heridos de guerra, muchos pacientes padecen patologías y enfermedades crónicas relacionadas con las malas condiciones de vida. La capacidad de tratamiento es limitada y algunos pacientes han pagado un alto precio, con muertes por falta de atención adecuada. La situación sanitaria en la Franja de Gaza es, por tanto, crítica y cabe temer una auténtica crisis de salud pública.
Los testimonios de Imane Maarifi y Raphaël Pitti ponen de relieve la realidad de la situación en el hospital europeo de Khan Younès, pero también en toda la Franja de Gaza. Subrayan la urgencia de la situación y la necesidad de una movilización internacional para ayudar a la población civil que sufre a diario.