En la región del Alto Uele de la República Democrática del Congo, las tensiones políticas están en su punto máximo a medida que se acercan las elecciones para el segundo mandato. Están surgiendo mensajes de odio y comentarios discriminatorios, ampliando la división dentro de la población. La cuestión del origen de los candidatos y de su legitimidad para gobernar agita los ánimos y divide opiniones.
Este aumento de la xenofobia, alimentado por la campaña electoral, genera preocupaciones sobre la unidad y la cohesión nacionales. Los poderes públicos han incurrido en denigración al calificar a determinados candidatos de «extranjeros», sembrando así la discordia en lugar de promover la unidad, como recomienda, no obstante, la Constitución.
Los medios locales propagan estas narrativas hostiles, influyendo en las percepciones de los votantes. Algunos defienden ardientemente la idea de que la capacidad de gobernar no depende del origen, mientras que otros creen que es necesaria una conexión sanguínea para asumir responsabilidades.
Pero más allá de las divisiones, se alzan voces para denunciar esta actitud xenófoba que no refleja la legendaria hospitalidad de la provincia del Alto Uele. Algunos personajes rechazan categóricamente esta etiqueta, afirmando que la apertura y la acogida son parte de la identidad de la región.
La sociedad civil, por su parte, pide moderación y respeto por el proceso democrático, recordando la importancia de la diversidad y la inclusión para una gobernanza equitativa.
Frente a esta peligrosa polarización, es crucial priorizar el debate de ideas y el respeto mutuo para garantizar elecciones libres y transparentes, respetando los principios democráticos y la unidad nacional.