El 15 de abril de 2023 quedará grabado en la memoria de Ibrahim Mohamed Ibrahim, director sudanés, como el día en que su vida cambió. Aquella mañana, durante el mes de Ramadán, todo parecía normal en su apartamento de Jartum, la capital de Sudán. Hasta que sonó su teléfono. Una amiga le advirtió que algo inusual estaba sucediendo. Escuchó motores rugiendo y neumáticos chirriando. Ya no era una mañana cualquiera de Ramadán. Los vehículos militares atravesaron su barrio hacia el aeropuerto internacional, que pronto se convirtió en el centro de los enfrentamientos.
Los días siguientes fueron una dura prueba para Ibrahim: «Estábamos atrapados entre el ejército y las RSF [un grupo paramilitar], sin electricidad ni agua». Diez meses después, se encuentra a 3.000 kilómetros de distancia, en Nairobi, Kenia.
Como muchos artistas y creativos sudaneses, Ibrahim y su productora prosperaron entre la caída del dictador Omar al-Bashir en 2019 y el estallido de la guerra el año pasado. Durante estos preciosos años de libertad, realizaron obras como «Bougainvillea», una película sobre mujeres encarceladas en los últimos días del régimen de Bashir, y «Viaje a Kenia», que cuenta la historia de un atleta de jiu-jitsu no financiado del equipo sudanés que encabeza a un torneo en Nairobi.
En Nairobi, Ibrahim, apodado Snoopy por su sorprendente parecido con el rapero Snoop Dogg, forma parte de Rest Residency, un colectivo de artistas y músicos sudaneses que huyeron del conflicto. Lanzado por Rahiem Shadad, este programa ofrece a los artistas cinco meses de inmersión en Nairobi para reflexionar y trabajar en sus proyectos.
Sin embargo, a pesar de su optimismo, muchos artistas admiten haber subestimado la violencia de los enfrentamientos. Mohammed Almahdi confiesa: «Desde la revolución, Sudán era muy inestable. Todos los sudaneses pensaban que tardaríamos una semana o un mes en volver a la normalidad». Pero pronto quedó claro que los estudios, las obras de arte y el equipo tendrían que ser abandonados.
Sannad Shariff, grafitero y collage, es uno de los artistas que tuvo que huir de la violencia. Perdió casi 100 de sus obras y se vio obligado a abandonar su hogar. A pesar de todo, mantiene la esperanza y sigue creando.
Yasir Algrai, miembro de un grupo de artistas que pintaron frescos en Jartum, expresa el deseo compartido por muchos artistas sudaneses de encontrar la paz. Su pintura evoca a una mujer esperando la paz, simbolizada por una paloma posada en su brazo.
La exposición de arte sudanés organizada en Nairobi por el curador Mahasin Ismail demuestra la creatividad y la resiliencia de los artistas sudaneses frente a la adversidad. A pesar de las dificultades, siguen trabajando por la paz y la libertad de expresión.
La situación de los artistas que permanecen en Sudán sigue siendo preocupante: varias galerías han sido saqueadas. A algunos artistas, como Rasoul, les han destruido o robado sus obras. La comunidad artística sudanesa mantiene la esperanza y sigue luchando para preservar su patrimonio cultural a pesar de los obstáculos.
Esta inmersión en el mundo artístico sudanés da testimonio de la fuerza creativa y la resiliencia de los artistas frente a la adversidad. Su compromiso con la paz y la libertad de expresión sigue siendo un poderoso testimonio de su determinación de superar los obstáculos y reconstruir su país.