La imagen de los refugiados dentro del campo de refugiados más grande de África en Uganda es a la vez conmovedora e inspiradora. Con 1,6 millones de personas acogidas, más del doble del número de refugiados en la Unión Europea como proporción de su población, Uganda está mostrando una solidaridad impresionante a pesar de los desafíos financieros que enfrenta el país.
La mayoría de estos refugiados provienen de los países vecinos de Sudán del Sur y la República Democrática del Congo, sacudidos por el conflicto y la violencia. Entre ellos, el 81% son mujeres y niños, que a menudo huyen de ataques mortales en sus aldeas.
El campamento de Nakivale, situado en el suroeste de Uganda y que alberga a 185.000 personas, recibe una afluencia de recién llegados cada semana. Estos desplazamientos forzados dejan profundas cicatrices, como lo demuestra la desgarradora historia de un niño cuya familia desapareció mientras él estaba afuera.
Uganda adopta una política de recepción abierta, aprovechando la ayuda humanitaria proporcionada por socios internacionales para financiar infraestructuras como escuelas y hospitales, beneficiosas tanto para los refugiados como para la población local.
Sin embargo, a pesar de estos loables esfuerzos, el campo de Nakivale enfrenta importantes desafíos. La pobreza y la deserción escolar son algo común, y los refugiados que no trabajan luchan por sobrevivir con la limitada ayuda alimentaria que se les proporciona.
Las tasas de retraso del crecimiento infantil y desnutrición aguda son alarmantes y ponen en riesgo la salud y el desarrollo de los niños refugiados. El Dr. Justin Okello, del Centro de Salud de Nakivale, destaca las devastadoras consecuencias de la desnutrición aguda en estos jóvenes vulnerables.
Ante una disminución de la ayuda humanitaria mundial en los últimos años, Uganda está buscando más fondos de sus socios internacionales para mantener su ejemplar política de recepción de refugiados. Con un aumento del número de llegadas, 225.000 sólo en los últimos dos años, y una elevada tasa de natalidad en los campos, el país se encuentra en una situación precaria.
Es esencial que la comunidad internacional siga apoyando a Uganda en sus esfuerzos por acoger y ayudar a los refugiados, para que este modelo de recepción ejemplar pueda continuar a pesar de los desafíos financieros que enfrenta el país.