La importación masiva de pescado salado a la República Democrática del Congo desde Uganda está provocando un debate crítico sobre la creciente dependencia de un país vecino para satisfacer una necesidad alimentaria básica. Cada mes, cerca de cien toneladas de pescado salado cruzan la frontera para abastecer a la provincia de Ituri, principalmente a través del paso fronterizo de Kasenyi.
La alarmante situación refleja una realidad preocupante: la caída de la producción pesquera en aguas congoleñas, debido principalmente a la presencia de grupos armados que llevan a cabo actividades pesqueras ilegales en zonas clave de cría como Chicha, Camp Nyanza, Semiliki o incluso Kombi.
El responsable del sector de Bahema Sud, Jems Kataloho, da la voz de alarma al poner de relieve los estragos que estas prácticas ilícitas causan en el ecosistema y en la supervivencia de las especies de peces. Pide limpiar las zonas afectadas y controlar más estrictamente las actividades de los pescadores para restablecer el equilibrio natural del lago y garantizar una producción local sostenible.
La creciente dependencia de Uganda para el suministro de pescado salado es un verdadero desaire para la República Democrática del Congo. Mientras el país vecino toma medidas para proteger su ecosistema y sus zonas de reproducción, la República Democrática del Congo lucha por garantizar la sostenibilidad de sus recursos y se ve obligada a importar masivamente un producto que alguna vez abundaba en sus propios estantes.
La consecuencia directa de esta situación se siente en los mercados de Kasenyi y Bunia, donde el precio del pescado salado se ha disparado, haciendo que esta fuente de proteínas sea inasequible para muchos hogares. Ya es hora de que la República Democrática del Congo adopte medidas drásticas para proteger sus zonas de cría de peces, con el fin de poner fin a esta preocupante dependencia de su vecino.
En conclusión, la preservación de los recursos naturales y el establecimiento de políticas pesqueras sostenibles son esenciales para garantizar la seguridad alimentaria y la autosuficiencia del país. Es necesaria una concienciación y una acción colectiva para revertir la tendencia actual y restablecer el equilibrio ecológico del lago Alberto y sus alrededores.