El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, nombró recientemente a su hijo, el general Muhoozi Kainerugaba, comandante en jefe de las fuerzas armadas, una medida que generó controversia en el país y alimentó especulaciones sobre las ambiciones presidenciales de la familia Museveni.
El general Kainerugaba participó recientemente en actividades políticas y lanzó un grupo activista llamado Liga Patriótica de Uganda, a pesar de una ley que prohíbe a los oficiales del ejército en servicio involucrarse en políticas partidistas. Sostiene, sin embargo, que sus acciones tienen como objetivo promover el patriotismo y no son partidistas.
Su ascenso como comandante en jefe se formalizó recientemente, acompañado por el nombramiento de dos de sus asesores más cercanos para puestos ministeriales, lo que reforzó la especulación de que Museveni apoya las actividades políticas de Kainerugaba.
El presidente Museveni, en el poder desde 1986, no ha anunciado una fecha de jubilación. Su hijo parece estar estratégicamente posicionado para desempeñar un papel clave en la sucesión presidencial, mientras Uganda se prepara para las elecciones de 2026.
Algunos sostienen que el general Kainerugaba podría representar una oportunidad para una transición pacífica del poder, la primera en el país desde su independencia en 1962. Sin embargo, sus detractores temen una deriva hacia una forma de monarquía que favorezca la sucesión dinástica.
Su carrera militar estuvo marcada por la polémica, lo que generó acusaciones de favoritismo ante su posible acceso a la presidencia, apodado «Proyecto Muhoozi». Tanto Museveni como Kainerugaba han negado la existencia de tales maniobras, pero la llegada del general al poder sugiere un posible cambio al frente del Estado en un futuro próximo.
Si bien la cuestión de la sucesión presidencial sigue siendo crucial en Uganda, el nombramiento de Kainerugaba como comandante en jefe de las fuerzas armadas podría aumentar las especulaciones sobre el futuro político del país.