Sumergirse en el mundo del jazz a veces puede resultar inquietante para los no iniciados. Personalmente, mi primera experiencia con este género musical me dejó perplejo, encontrando su ritmo lento y melancólico. Estaba muy lejos de los pegadizos sonidos del house y el kwaito que adormecían mis jóvenes oídos en ese momento. Pero, con el tiempo y a través de conciertos en vivo, finalmente aprendí a apreciar la sensibilidad, la creatividad y la fuerza que contiene el jazz.
Cuando descubrí la película de acción dramática “Inkabi” durante su estreno mundial en Netflix el 13 de marzo, inmediatamente me llamó la atención su vibra que oscila entre una narración fluida y un aspecto vanguardista en su realización cinematográfica. Este largometraje sumerge a los espectadores en un mundo oscuro de contratos de asesinato, casinos y violencia, todo ello con el telón de fondo de paisajes urbanos y entornos rurales de Johannesburgo.
En una entrevista, el director, guionista y coproductor Norman Maake confesó su fascinación por el mundo de los sicarios, fascinación que naturalmente le impulsó a situar la trama de la película en este universo. Acompañado por el coproductor Zinzi Mhlongo, Maake pasó muchas horas puliendo cada detalle de este ambicioso proyecto cinematográfico.
“Inkabi” cuenta la historia de Frank, un sicario retirado interpretado por Tshamano Sebe, que decide empezar de nuevo su vida convirtiéndose en taxista privado. Su encuentro con Lucy, una joven keniana que trabaja en un dudoso casino del centro de la ciudad, pondrá su vida patas arriba. Cuando se encuentra presenciando el asesinato de uno de sus clientes ricos y ahora siendo perseguida por el asesino, Lucy no tiene más remedio que recurrir a Frank para que la proteja.
Más allá de los temas clásicos de justicia y redención, “Inkabi” logra cautivar a los espectadores al explorar la humanidad detrás del oscuro personaje del sicario. La decisión de Maake de no limitar este papel principal a una única etnia subraya su deseo de romper con los estereotipos y ofrecer una visión más matizada de esta figura icónica.
A pesar de las limitaciones presupuestarias y los desafíos encontrados durante la producción, la película “Inkabi” logró escalar entre las diez mejores producciones de la plataforma de streaming desde su estreno. Este éxito demuestra el talento y la determinación de los creadores sudafricanos para producir obras de calidad, incluso en un contexto post-Covid difícil.
“Inkabi” ofrece así una fascinante inmersión en un mundo oscuro y complejo, donde las nociones de violencia, amistad y redención se mezclan en un cautivador ballet cinematográfico. Una aventura brutal y poética a la vez, que resuena como una sinfonía cautivadora en el mundo del cine sudafricano contemporáneo.