Los ecos alarmantes procedentes de la región de la llanura del lago Alberto, en la República Democrática del Congo, resuenan como un grito de alerta sobre la crítica situación de la producción agrícola. Desde 2018, la inseguridad ha sido generalizada y ha afectado gravemente a las actividades de los agricultores locales. Los vastos campos abandonados son testigos de la consternación de los agricultores obligados a huir a los lugares de los desplazados, principalmente en los territorios de Irumu y Djugu.
Esta situación tiene consecuencias desastrosas para la autosuficiencia alimentaria de la región, dando paso a una creciente dependencia de las importaciones procedentes de Uganda. Los puestos de los mercados locales están repletos de productos alimenticios importados, relegando la producción local a un segundo plano.
El jefe tradicional de Bahema Sud, Jems Kataloho, destaca la magnitud de este problema que no sólo representa una pérdida económica importante sino que también acentúa la dependencia del territorio respecto de Uganda. Sin embargo, subraya que la estabilidad de la seguridad permitiría invertir la tendencia, ya que Djugu fue en su día el granero de la provincia de Ituri en términos de producción de alimentos.
El centro comercial Kasenyi acoge a más de 8.500 personas desplazadas, obligadas a asentarse en condiciones precarias. Estas conmovedoras imágenes ilustran el drama humano y económico que se desarrolla ante nuestros ojos, destacando la urgencia de encontrar soluciones sostenibles para revitalizar la producción agrícola en esta región.
En resumen, los desafíos actuales de la llanura del lago Alberto resaltan la necesidad de una intervención urgente para reactivar la agricultura local, garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones y restaurar la autosuficiencia económica en la región.