En el corazón de la República Democrática del Congo, el cardenal Fridolin Ambongo Besungu se levantó en este día de Pascua para enviar un mensaje poderoso y conmovedor a las autoridades congoleñas. En un período marcado por intensas tensiones políticas y sociales, sus palabras resuenan como un trueno de advertencia, pidiendo una profunda reflexión colectiva y una acción concertada para la unidad y la prosperidad del país.
Durante su discurso ante una asamblea de fieles católicos, el arzobispo de Kinshasa planteó cuestiones cruciales, señalando los males que corroen a la nación y obstaculizan su desarrollo. En el centro de su intervención, una crítica incisiva a la clase política nacional, acusada de perderse en disputas estériles en detrimento de los mejores intereses del país. Una sorprendente muestra de la cruel ausencia de un frente común, de una visión compartida, necesaria para la preservación de la unidad y la soberanía congoleñas frente a los múltiples desafíos que se interponen en su camino.
Más allá de las divisiones internas y las disensiones políticas, el cardenal Ambongo también señaló las injusticias y desigualdades que plagan a la sociedad congoleña. Una distribución desigual de la riqueza, privilegios injustificados, falta de justicia, tantos males que crean una brecha cada vez más profunda entre quienes gobiernan y quienes son gobernados, alimentando el resentimiento y el descontento dentro de la población.
La persistente pregunta del prelado resuena en toda la inmensidad del Congo: ¿cómo podemos justificar que los diputados estén entre los mejor pagados del mundo, mientras el pueblo congoleño languidece en la miseria y la indigencia? ¿Cómo podemos tolerar que los más vulnerables sean abandonados a su suerte, víctimas de una justicia deficiente e inequitativa?
Ante estas cuestiones legítimas, el cardenal Ambongo recuerda con fuerza y convicción que la cohesión nacional, la solidaridad y la justicia deben ser los pilares sobre los que se construye el futuro de la República Democrática del Congo. Su voz resuena como un llamado a la conciencia colectiva, a la responsabilidad individual y colectiva, invitando a todos a trabajar por un futuro mejor, por una nación fuerte, unida y próspera.
En este momento solemne, el cardenal Fridolin Ambongo Besungu se destaca como guía, unificador, defensor incansable de los valores de la paz, la justicia y la equidad. Su mensaje resuena más allá de las fronteras y lleva la esperanza de un Congo reconciliado, pacífico y próspero, donde cada ciudadano encuentre su lugar, su dignidad y su voz.
En conclusión, esta intervención del cardenal Ambongo es un vibrante llamado a la reflexión, la acción y la conciencia colectiva. Más allá de las palabras, más allá de los discursos, es un llamado a la acción, al compromiso, a la solidaridad en favor de un futuro mejor para todos los congoleños.