**Chibok, 10 años después: Historia de resiliencia y lucha por la libertad**
Hace diez años, una oscura tragedia azotó la aldea nigeriana de Chibok. El 14 de abril de 2014, extremistas islámicos irrumpieron en la escuela secundaria pública para niñas en la comunidad de Chibok, estado de Borno, y secuestraron a casi 300 niñas mientras se preparaban para sus exámenes de ciencias.
El domingo pasado, activistas y afectados por el acontecimiento se reunieron en Lagos para conmemorar el décimo aniversario del secuestro y pidieron la liberación de las cerca de 100 niñas que aún están detenidas.
Este triste episodio en Chibok marcó el primer secuestro masivo de escolares en la nación de África Occidental.
Hoy, sobrevivientes como Grace Dauda y Rebecca Mallum comparten sus historias de resiliencia en medio del trauma. Dauda, quien pasó tres años en cautiverio, relata los desafíos de recuperarse de su terrible experiencia, sometiéndose a varias cirugías para curar las heridas sufridas durante su cautiverio. A pesar de las dificultades, encontró consuelo en la educación y aprovechó la oportunidad de estudiar en Estados Unidos después de su cuarta operación.
Desde entonces, al menos 1.500 estudiantes han sido secuestrados, a medida que los grupos armados encuentran en ellos una forma cada vez más lucrativa de financiar otros crímenes y controlar aldeas en la región noroeste de Nigeria, rica en minerales pero mal administrada.
A diferencia de los extremistas islámicos que llevaron a cabo el secuestro de Chibok, las bandas criminales que aterrorizan a las aldeas del noroeste de Nigeria son principalmente antiguos pastores en conflicto con las comunidades agrícolas anfitrionas, dicen las autoridades.
Con la ayuda de armas canalizadas a través de las porosas fronteras de Nigeria, operan sin una estructura de liderazgo centralizada y lanzan ataques motivados principalmente por intereses económicos.
Algunos analistas ven los secuestros de escolares como un síntoma de la creciente crisis de seguridad en Nigeria.
Las fallas de seguridad que llevaron a los secuestros de Chibok hace 10 años todavía persisten en muchas escuelas, según una encuesta reciente de la oficina nigeriana de UNICEF, que encontró que sólo el 43% de los estándares mínimos de seguridad, como la valla y la presencia de Los guardias son respetados en más de 6.000 escuelas encuestadas.
Esta triste realidad nos recuerda la importancia de proteger a nuestros niños y garantizar su derecho a la educación con total seguridad. Debemos actuar colectivamente para poner fin a estos secuestros traumáticos y garantizar un futuro mejor para las generaciones futuras.
La conmemoración del décimo aniversario del secuestro de Chibok debería inspirarnos a redoblar nuestros esfuerzos para construir un mundo donde cada niño sea libre de crecer, aprender y prosperar, sin temor a la violencia y la opresión.