Durante siglos, el Viejo Cairo ha sido un testigo de la rica historia de El Cairo, conocido como Al-Qahira: El Victorioso. Sin embargo, este patrimonio se ve amenazado por un proyecto gubernamental ambicioso que busca construir una nueva carretera que atravesará el corazón de esta área histórica.
La nueva carretera, a diferencia de las antiguas calles sinuosas y estrechas, será ancha, recta y moderna, pasando por importantes sitios históricos y culturales. Esta construcción ya está en marcha, con excavadoras destruyendo irreparablemente instituciones culturales como Darb 1718, un centro emblemático de arte y cultura en la ciudad. Este proyecto gubernamental, destinado a combatir la congestión en la ciudad, pone en riesgo el patrimonio histórico y cultural del Viejo Cairo, incluyendo sitios como mausoleos, tumbas y monumentos centenarios.
La destrucción de estos sitios históricos ha generado preocupación e indignación entre la sociedad civil, que se moviliza para preservar lo que aún queda. La historia de Yehia Haqqi, cuya tumba fue destruida y trasladada, simboliza esta ola destructiva que amenaza la identidad cultural de la ciudad. A pesar de los intentos del gobierno de mitigar la situación anunciando la creación de un nuevo cementerio para figuras prominentes, las acciones concretas se hacen esperar, dejando a los defensores del patrimonio impotentes frente a las excavadoras.
En medio de esta lucha entre tradición y modernidad, surgir el cuestionamiento sobre el precio del progreso y la necesidad de equilibrar la preservación del pasado con la construcción del futuro. Esta dicotomía plantea interrogantes existenciales sobre la identidad de una ciudad y su población. ¿Debe sacrificarse la rica historia y diversidad cultural de El Cairo en aras del progreso urbano? ¿Es posible encontrar un equilibrio donde pasado y futuro, memoria y modernidad coexistan?
La destrucción del patrimonio histórico en el Viejo Cairo refleja un dilema universal sobre la preservación del pasado y la construcción del futuro. La resolución de esta cuestión determinará la esencia misma de nuestra humanidad.