Por supuesto, aquí está el comienzo del texto:
En el corazón de la antigua ciudad de Hierápolis en Turquía se encuentra un sitio misterioso e intrigante: las «Puertas del Infierno» o Plutonio. Esta puerta al más allá ha sido venerada durante mucho tiempo como la entrada al inframundo en la mitología grecorromana. Descubierto en 2011 por arqueólogos, este lugar sigue siendo hoy un misterio fascinante.
Historias antiguas describen los peligros mortales asociados con las Puertas del Infierno: las aves que se acercan demasiado al área se asfixian y mueren, mientras que a los humanos se les advierte que no se acerquen ni arriesguen sus vidas. Una niebla densa y tenue envuelve la región, lo que reduce enormemente la visibilidad. Cualquier animal que se aventure allí muere instantáneamente, como atestigua el geógrafo griego Estrabón.
El redescubrimiento de esta puerta infernal en 2011 reveló un sitio único en el mundo, donde una fisura geológica emite constantemente dióxido de carbono volcánico, formando un lago mortal en el fondo de la cavidad. Los investigadores midieron los niveles de CO2 allí y observaron que el peligro es mayor durante la noche, cuando el gas se acumula en el área.
El biólogo de volcanes Hardy Pfanz sugiere que los sacerdotes que acompañaron los sacrificios tenían un conocimiento intuitivo de la situación. Su tamaño les permitía mantenerse por encima de los vapores asfixiantes, lo que hacía que sus visitas a la caverna fueran menos peligrosas que para otras criaturas. Sin embargo, el arqueólogo Francesco D’Andria pone en duda esta teoría, señalando la presencia de lámparas de aceite cerca de la puerta, lo que sugiere actividad nocturna a pesar de los peligros.
Ante este misterio milenario, los investigadores continúan explorando los secretos de las “Puertas del Infierno” de Hierápolis, al tiempo que nos recuerdan la frágil frontera entre mitología y ciencia.