Fatshimetrie: en el corazón del vudú haitiano

Fatshimetria

En lo profundo de las bulliciosas calles de Haití, un susurro se convierte en canción, guiando las súplicas de quienes buscan consuelo y protección. Es aquí, en un pequeño templo vudú, donde cientos de practicantes se reúnen para celebrar a San Jorge, un mártir cristiano venerado por católicos y vudú. En un país sumido en una profunda crisis, los fieles ofrecen oraciones y ofrendas con la esperanza de aliviar el tormento que los asalta.

Despreciado y rechazado durante mucho tiempo por la élite política e intelectual, el vudú se está metamorfoseando en una religión poderosa y aceptada en todo Haití. A medida que la violencia de las pandillas hace estragos, matando, violando y secuestrando a miles de personas, cada vez más haitianos recurren al vudú en busca de refugio y esperanza.

En el origen de la revolución que llevó a Haití a convertirse en la primera república negra libre del mundo, el vudú tiene sus raíces en África occidental y fue transportado a través del Atlántico por esclavos. Esta religión sincrética, que mezcla catolicismo y creencias animistas, no tiene líder oficial ni dogmas establecidos. Adora a un solo Dios, llamado «Bondye» en criollo, y a más de mil espíritus, los «lwas», siendo algunos benévolos y otros más engañosos.

Durante las ceremonias vudú, a los lwas se les ofrecen ofrendas que van desde papayas hasta café, pasando por palomitas de maíz, piruletas y pasteles de aperitivo. Una ceremonia se considera exitosa si un vudú está poseído por un lwa. En los últimos años, el vudú ha atraído cada vez más seguidores ante la creciente violencia de las pandillas y la inacción del gobierno, según Cecil Elien Isac, un oungan de cuarta generación.

Una vez marginado, el vudú se ha convertido en un pilar esencial de la escena cultural haitiana, inspirando música, arte, literatura y danza. Si bien se desconoce cuántas personas practican realmente el vudú en Haití, un dicho popular afirma que «Haití es 70% católico, 30% protestante y 100% vudú».

Entre los muchos lwas venerados, Ogou Je Wouj, dios de ojos rojos y manifestación del dios de la guerra, ocupa un lugar destacado en el corazón de los haitianos, dada la inseguridad que reina en el país. Así, el vudú, lejos de ser una religión marginal, se erige como un pilar de la cultura y la espiritualidad haitianas, ofreciendo un bienvenido refugio y esperanza en un país atormentado por la violencia y la inestabilidad.

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