Fatshimetria
Bajo un cielo oscurecido por una lluvia torrencial, el campo de desplazados de Lushagala, situado al oeste de la ciudad de Goma, fue escenario de una tragedia insoportable el jueves 9 de mayo. Los refugios improvisados de los residentes fueron violentamente destruidos por los caprichos del clima, obligándolos a pasar noches incómodas en la octava iglesia del CEPAC.
Los testimonios de los desplazados dan testimonio del terror que se apoderó de ellos ante este devastador acontecimiento. Mwisha Kambale Ezéchiel, uno de los líderes presentes en el lugar, describe la escena con consternación: «Todas las lonas de los desplazados fueron arrancadas por un fuerte viento, los desplazados se protegieron hasta el punto de pasar la noche en los baños porque todos sus Las casas fueron destruidas por esta lluvia. En algunas cabañas se ve agua estancada, lo cual es deplorable.
Pero la miseria no termina ahí para estas personas que ya han sido puestas a prueba por el exilio forzado. Esa misma noche, bandidos sin escrúpulos sembraron el terror en los campos de Mugunga y Lac-Vert, aprovechando la oscuridad y la confusión provocadas por el mal tiempo. Dedesi Mitima, jefe del distrito de Lac-vert, relata con amargura: “Hombres vestidos de civil y con cuchillos incursionaron en las casas bajo una fuerte lluvia, se llevaron bienes materiales, incluida una cabra, y antes de irse golpearon a las víctimas”.
Esta serie de trágicos acontecimientos se produce apenas una semana después de los atentados que dejaron de luto a los habitantes de Mugunga. El saldo es elevado: al menos 35 personas perdieron la vida y otras 37 resultaron heridas. Este domingo 12 de mayo estará marcado por el entierro de las víctimas, en un ambiente de meditación e intensa tristeza.
Yvonne Kapinga, corresponsal sobre el terreno en Goma, nos recuerda con emoción el sufrimiento y la resiliencia de estas poblaciones, ya duramente puestas a prueba por los caprichos de la vida. Mientras la lluvia sigue cayendo y las noches prometen ser aún más crueles, es urgente tender la mano a estas mujeres, hombres y niños que, a pesar de todo, mantienen la esperanza de un mañana mejor.