Los secretos inhumanos del campo de detención de Sde Teiman: impactantes revelaciones de un trabajador israelí

En el vasto y árido desierto de Negev en Israel, el silencio opresivo de un campo de detención se hace añicos ante la lente de un trabajador israelí. Las imágenes capturadas revelan una escena desgarradora, una visión que atormenta la mente de quien las tomó.

Hombres vestidos con chándales grises forman filas, sentados en finos colchones, rodeados de alambre de púas. Todos tienen los ojos vendados y la cabeza inclinada bajo la intensa luz de los focos. El aire está saturado de un hedor insoportable, mientras los murmullos de los internos llenan la habitación, amortiguados por la prohibición de comunicarse entre sí.

El desgarrador testimonio de uno de los trabajadores israelíes presentes en el campo, informado por Fatshimetrie, pone de relieve las crueles directivas impuestas a los guardias. Los detenidos son obligados a permanecer inmóviles, a sentarse erguidos y se les prohíbe hablar, quitarse las vendas de los ojos e incluso moverse.

Las desgarradoras revelaciones de tres denunciantes israelíes que trabajaron en el campamento del desierto de Sde Teiman revelan un panorama espantoso. Médicos obligados a realizar amputaciones a prisioneros debido a las heridas infligidas por las constantes esposas; procedimientos médicos realizados por profesionales poco calificados, transformando el campamento en un “paraíso para los aprendices”; y una atmósfera que apestaba con el olor de las heridas descuidadas y dejadas pudrirse.

Según los testimonios recogidos, el campo, situado a unos quince kilómetros de la frontera de Gaza, está dividido en dos partes diferenciadas: recintos donde unos sesenta detenidos palestinos de Gaza sufren una privación extrema de movimiento, así como un hospital donde se encuentran los reclusos heridos. atados a sus camas, usando pañales y alimentados con pajitas.

“Los detenidos fueron despojados de todo lo que los hacía humanos”, lamenta uno de los denunciantes, ex médico del hospital de campaña.

Los actos de violencia no se cometieron con el objetivo de recabar información, sino por venganza, subraya otro denunciante. Esto fue para castigar a los detenidos por lo que supuestamente hicieron el 7 de octubre y por su comportamiento dentro del campo.

Ante estas inquietantes acusaciones, el ejército israelí, también conocido como Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), respondió diciendo que garantiza el trato adecuado a los detenidos bajo su custodia. Cualquier denuncia de malos tratos por parte de soldados de las FDI se investiga y se trata en consecuencia. En caso de sospecha de conducta reprobable, se abren investigaciones a cargo de la División de Investigación Criminal de la Policía Militar (MPCID).

A pesar de que el ejército israelí niega las acusaciones de desnudar y humillar a los detenidos, estas revelaciones ponen de relieve las condiciones inhumanas en las que se encuentran retenidos los palestinos en el campo de Sde Teiman.. Estos conmovedores testimonios ofrecen una visión escalofriante de la realidad dentro de este campo, poniendo en duda el discurso oficial israelí sobre el respeto de las normas internacionales en el tratamiento de los prisioneros.

Fatshimetrie pidió permiso al ejército israelí para acceder a la base de Sde Teiman. La reciente cobertura de una pequeña protesta frente a la puerta principal del campo por parte de un equipo de Fatshimetrie ha sido una fuente de tensión, con las fuerzas de seguridad israelíes exigiendo ver las imágenes tomadas por el fotoperiodista. La censura militar es una realidad que los periodistas, incluidos los extranjeros, a menudo enfrentan cuando informan sobre temas delicados de seguridad en Israel.

Encerrados en el desierto, los detenidos del campo de Sde Teiman son víctimas silenciosas de un conflicto armado que sigue suscitando indignación y polémica. Las desgarradoras revelaciones de los trabajadores israelíes que se atrevieron a romper el código de silencio resaltan la urgente necesidad de exigir reformas y transparencia en el trato a los prisioneros de guerra, respetando al mismo tiempo los derechos humanos más fundamentales.

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