El choque político entre el ex Gobernador Wike y el actual Gobernador Fubara dio recientemente un giro intrigante con el juego de peones que involucró a ex parlamentarios del PPD, encabezados por el Excmo. Amaewhule Martins. Este movimiento en el espectro político ha desatado acusaciones y polémica, con voces alzadas para criticar la implicación de Wike en esta saga.
Los asambleístas, leales al exgobernador, desertaron al Congreso de Todos los Progresistas (APC) en diciembre pasado, profundizando la división política entre Wike y Fubara. Esta escalada de tensiones provocó duras críticas por parte del Excmo. Usman Saidu Calculus, director ejecutivo de la Vanguardia de Solidaridad Nacional del PPD, quien describió a Wike como un saboteador perjudicial para los intereses del partido.
Según Calculus, las acciones de Wike están motivadas por su poder financiero y revelan una falta de verdadera comprensión del liderazgo eficaz. Señaló que la pérdida de miembros influyentes del partido, atribuible a las maniobras de Wike, tuvo consecuencias desastrosas. Los veinticinco escaños parlamentarios abandonados en un día por legisladores elegidos bajo la bandera del PPD plantean dudas sobre las motivaciones de Wike.
Se está poniendo en duda la esencia misma del liderazgo, mientras que el dinero por sí solo no puede sostener un movimiento político a largo plazo. Se necesita sabiduría, humildad y un verdadero compromiso con la gente para construir una comunidad política fuerte. La actitud arrogante de Wike, que todavía se presenta como un pilar del PPD a pesar de su flagrante traición, se considera una amenaza a la unidad del partido.
Los críticos de figuras respetadas como Femi Falana (SAN) enfatizan que los partidos políticos no son instrumentos de beneficio personal, sino instituciones que sirven al interés colectivo de los ciudadanos. Las acciones de Wike, motivadas por la arrogancia y el desprecio del debido proceso, están socavando la cohesión y la unidad del partido.
En resumen, esta confrontación política pone de relieve las fallas de un liderazgo basado en el poder financiero y el oportunismo político en detrimento del interés general. Aún está por evaluar el impacto de estas maniobras sobre la democracia y la estabilidad política, pero está claro que acciones informadas por valores auténticos son necesarias para preservar la integridad de las instituciones políticas y el bienestar de la nación.