*Fatshimetrie* – Imágenes de la violencia en Nouméa, Nueva Caledonia, en mayo de 2024
La tranquilidad de Numea, capital de Nueva Caledonia, se ha visto perturbada por una serie de actos de violencia mortales que han estallado en los últimos días. Los enfrentamientos armados entre manifestantes, milicias y policías marcaron el tercer día de disturbios, que provocaron incendios de edificios y automóviles en esta isla del Pacífico Sur.
Al menos tres personas perdieron la vida, lo que confirma que estos hechos constituyen la peor ola de violencia desde los años 1980. Ante esta tensa situación, las autoridades introdujeron un toque de queda en Numea y prohibieron las reuniones públicas, el acceso a armas y la venta de alcohol. Además, el aeropuerto principal, habitualmente lleno de turistas, quedó cerrado a los vuelos comerciales.
Estos disturbios son el resultado de tensiones políticas acumuladas a lo largo de los años, que enfrentan a las comunidades indígenas canacas, en su mayoría partidarias de la independencia y resistentes al control de París, con los residentes franceses que se oponen a una ruptura con la metrópoli.
Para restablecer el orden, Francia movilizó sus tropas y envió allí cuatro escuadrones adicionales. Esta delicada situación pone de relieve las complejas relaciones que persisten en esta comunidad francesa de ultramar, situada en el Pacífico junto a Australia, Fiyi y Vanuatu.
Las protestas comenzaron el lunes, encabezadas principalmente por jóvenes, en respuesta a una votación a miles de kilómetros de distancia en la Asamblea Nacional francesa para enmendar la constitución de Nueva Caledonia para otorgar más derechos de voto a los residentes franceses establecidos en el archipiélago.
El martes, los legisladores apoyaron abrumadoramente el cambio. Sin embargo, los grupos independentistas ven estos cambios como un intento de Francia de fortalecer su control sobre el archipiélago, lo que desencadena su ira y resistencia.
Los acontecimientos recientes han sumido a Nueva Caledonia en una espiral de violencia sin precedentes. Denise Fisher, ex cónsul general de Australia en Nueva Caledonia, subraya que esta violencia marca el fin de treinta años de paz en la región.
El pueblo canaco no sólo impugna la votación en París sin su consentimiento, sino que también exige negociaciones que incluyan un nuevo referéndum de autodeterminación y varias otras disposiciones.
En este contexto inestable, el presidente francés, Emmanuel Macron, llamó a la calma, instó a los líderes políticos de Nueva Caledonia a condenar inequívocamente la violencia y los invitó a una reunión en París. La administración Macron, preocupada por el ascenso de poder de China y Estados Unidos en la región del Indo-Pacífico, aspira a reforzar la posición de Francia en esta zona estratégica.
Estos dramáticos acontecimientos subrayan la urgencia de que los actores locales y nacionales encuentren soluciones pacíficas y duraderas para evitar un estancamiento de la situación y proteger la estabilidad de Nueva Caledonia.
La violencia que sacude la isla ilustra un profundo deseo de cambio y reconocimiento de los derechos de las poblaciones indígenas, al tiempo que resalta los persistentes desafíos de la historia colonial y las relaciones entre Francia y sus territorios de ultramar. La necesidad de un diálogo sincero e inclusivo, respetuoso de las aspiraciones de todas las partes interesadas, parece más crucial que nunca para garantizar un futuro pacífico y próspero para Nueva Caledonia.