Con las primeras luces del alba, un acontecimiento de excepcional gravedad sacudió el Palacio de la Nación, sede presidencial de la República Democrática del Congo. Un miembro anónimo de la Guardia Republicana describió a la redacción de Fatshimetrie las tumultuosas circunstancias que caracterizaron este día de extrema tensión.
Alrededor de las 4:20 horas, varios vehículos, entre ellos un jeep de la policía que iba en cabeza, pudieron entrar en las instalaciones después de que los guardias abrieran las puertas. Creyendo que se trataba de vehículos autorizados, rápidamente se dieron cuenta de su error cuando se escucharon disparos que indicaron la llegada de fuerzas hostiles.
Tomados por sorpresa por esta inesperada intrusión, los guardias abandonaron sus posiciones y huyeron hacia el hotel Pullman, con la esperanza de unirse a otra unidad de la Guardia Republicana que protegía al presidente Félix Tshisekedi. Lamentablemente, su llegada tardía no permitió alcanzar al Jefe de Estado, que ya había partido alrededor de las 4:30 horas con su escolta.
Se enviaron rápidamente refuerzos desde Camp Tshatshi, pero la emoción del momento se vio exacerbada por la composición inexperta de estos nuevos reclutas, principalmente de una sola provincia, enfrentados por primera vez a una situación de conflicto real.
Una vez en el lugar, alrededor de las 6:30 horas, la unidad de refuerzo evaluó la situación y puso en marcha un plan de acción para neutralizar a los atacantes. Para su gran sorpresa, la mayoría de los atacantes, unos cuarenta hombres, estaban desarmados y su líder se comportaba con arrogancia y confianza.
Después de que el líder fuera asesinado por un miembro de la Guardia Republicana, los demás atacantes huyeron hacia el río Congo, perseguidos y neutralizados por las fuerzas de seguridad.
Este ataque forma parte de una serie de acontecimientos desestabilizadores para la República Democrática del Congo. La presencia de un empresario estadounidense, Benjamin Zalman-Polun, y de un opositor político congoleño, Christian Malanga, entre los actores clave en este intento de golpe de Estado plantea interrogantes sobre las motivaciones y los patrocinadores de esta operación, alimentando especulaciones sobre intereses mineros y oscuros alianzas internacionales.
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar: la embajadora de Estados Unidos en la República Democrática del Congo, Lucy Tamlyn, expresó su preocupación por la participación de ciudadanos estadounidenses en estos acontecimientos. Las autoridades congoleñas están decididas a investigar estos actos criminales y hacer rendir cuentas a todos los responsables, incluidos los extranjeros.
Este traumático episodio ha sumido a Kinshasa y a todo el país en una atmósfera de preocupación, lo que ha llevado al gobierno a reforzar sus medidas de seguridad para evitar nuevos intentos de desestabilización.. Las autoridades están ahora en alerta, conscientes de las amenazas a la estabilidad del país y decididas a proteger la integridad de sus instituciones democráticas.