Cerrada al flujo de la vida económica, la fábrica Plantations et Huileries du Congo (PHC) de Lokutu se encuentra ahora rodeada de silencio y focas. La decisión tomada por la Dirección General de Ingresos de la provincia de Tshopo resuena como una mordaz advertencia, poniendo de relieve una oscura situación fiscal.
A través de una misión de control parlamentario orquestada por la comisión económica y financiera (Ecofin) de la Asamblea Provincial de Tshopo, la verdad sale a la luz: la PHC, verdadero pilar industrial de la región, acumula una deuda colosal con la provincia, por cierto de más de mil millones de francos congoleños, es decir, más de 300.000 dólares estadounidenses.
Los impuestos atrasados no pagados por la empresa ascienden a una cantidad faraónica. Impuesto sobre los alquileres, impuesto fitosanitario, gravámenes industriales sobre el aceite de palma, diversos impuestos de circulación… Las deficiencias son numerosas y pintan un panorama abrumador. Los responsables de la comisión Ecofin no excluyen la posibilidad de que estas cifras sean revisadas al alza tras las investigaciones en curso.
Este sellado no es sólo un acto administrativo, es una fuerte señal enviada a toda la comunidad económica de la provincia. Recuerda que nadie está por encima de las leyes fiscales y que el impago de impuestos no quedará impune. La regularización de la situación de PHC Lokutu no es sólo una necesidad para permitir que la empresa reanude sus actividades, sino también una obligación moral hacia la comunidad.
De hecho, los beneficios de esta regularización no se limitarán a la reapertura de la fábrica. Permitirán a la provincia llevar a cabo sus misiones, financiar sus políticas y fortalecer su desarrollo económico. Se ofrece a la APS la oportunidad de reformarse, borrar los errores del pasado y contribuir positivamente al desarrollo de la región.
Mientras se espera que se vuelvan a abrir las puertas de las fábricas, el silencio que envuelve las máquinas inactivas es el testigo mudo de una lección que hay que aprender: la integridad fiscal es crucial para la vitalidad de las empresas y la prosperidad de los territorios. Que este episodio sirva de recordatorio a todos los actores económicos de la importancia de respetar las obligaciones tributarias para construir un futuro sólido y sostenible.