En el archipiélago de Cabo Verde, la situación agrícola se ve cada vez más afectada por las consecuencias del cambio climático. Un país donde nueve de las diez islas están habitadas, Cabo Verde, África occidental, es un estado insular en desarrollo que enfrenta desafíos cada vez mayores.
En 2018, una grave sequía azotó el país y afectó a alrededor de una cuarta parte de la población que depende de la agricultura como su principal fuente de ingresos. Desde entonces, las precipitaciones se han vuelto más escasas e impredecibles, lo que ha provocado una disminución significativa de la producción de alimentos y la pérdida de pastos. Combinado con el impacto de la pandemia de COVID-19 en el vital sector turístico, esto ha resultado en un aumento de la inseguridad alimentaria en todo el país en 2022.
Willy Gonçalves, de 29 años, natural de la isla principal de Santiago en Cabo Verde, es responsable de una guardería que dirige desde que tenía nueve años. Pudo observar los efectos del cambio climático en la agricultura del país.
«Ya en 2017, comenzamos a sentir estos cambios climáticos con más fuerza aquí en Cabo Verde. Empezamos a tener más plagas, más dificultades y desde entonces todo lo que hemos plantado ha sido una lucha. Antes, todo lo que plantábamos podíamos cosechar, ahora no podemos debido al cambio climático», afirmó Willy Gonçalves, un agricultor de Cabo Verde.
Como la mayoría de los demás estados insulares en desarrollo, Cabo Verde depende en gran medida de las importaciones, y el 80% de sus alimentos se importan. Esto hace que la seguridad alimentaria del país sea vulnerable a crisis globales como conflictos o desastres.
Aunque la seguridad alimentaria ha mejorado desde entonces, la producción de alimentos y la agricultura siguen sufriendo.
Con el cambio climático, la erosión del suelo ha aumentado, la fertilidad del suelo ha disminuido, sin mencionar la explosión de plagas de plantas en el país. El aumento de las temperaturas ha convertido a Cabo Verde en un entorno propicio para la proliferación de estas nuevas plagas. El gusano cogollero llegó en 2017 y desde entonces ha causado estragos en los cultivos de maíz. Otros enemigos formidables son las moscas de la fruta, que atacan en particular los cultivos de mango, y las orugas del tomate, que llevan el nombre de su objetivo favorito.
Cabo Verde ha solicitado asistencia a la FAO para combatir estos crecientes desafíos, y esto es exactamente lo que China podría ofrecer, habiendo superado muchos de estos desafíos en la inmensidad de su propio territorio.
“Como parte de nuestra cooperación con la FAO, tenemos una asociación Sur-Sur con China. Esta cooperación nos permite fortalecer las capacidades de nuestros productores y técnicos, introducir tecnologías, compartir conocimientos y tecnologías entre China y Cabo Verde con la ayuda de la FAO», declaró Gilberto Silva, Ministro de Agricultura y Medio Ambiente de Cabo Verde.
El proyecto de cooperación Sur-Sur conecta las tecnologías y la experiencia de los países visitantes con las necesidades y demandas de los países anfitriones, transfiriendo así conocimientos y experiencia a través de asociaciones. China está transmitiendo a Cabo Verde lo que ha aprendido en sus propios paisajes rurales, notablemente similares a los de esta pequeña isla.
El proyecto cuenta con siete expertos chinos en diferentes campos, incluido el manejo de plagas, el manejo del suelo y el agua, la fertilización y la producción ganadera, que trabajarán en estrecha colaboración con los agricultores de Cabo Verde durante los próximos tres años.
“Después de las pruebas, estableceremos una norma para el control biológico de plagas, que se promoverá en Cabo Verde. Esto mejorará significativamente la eficacia del control de plagas en cultivos a gran escala, reduciendo así significativamente las pérdidas de rendimiento causadas por las plagas. aumento de la producción de alimentos y horticultura”, dijo Yanhua Zeng, un experto chino en horticultura y suelos.
Cabo Verde, como muchos estados insulares en desarrollo, importa la mayoría de sus productos alimenticios, incluidos los piensos para animales. Esto hace que el país sea muy vulnerable a las crisis del mercado que afectan los precios de los alimentos y los piensos, lo que hace que la producción nacional de forraje sea más importante para el proyecto.
El Gobierno de Cabo Verde ha destacado la gestión de la horticultura y la fertilidad del suelo, la protección de las plantas y la mejora de la producción animal y la mejora de la genética animal como áreas prioritarias para la asistencia de la cooperación Sur-Sur. A finales de este año también se realizará un estudio sobre el potencial del cultivo de algas y la mejora de la cadena de valor de este producto.
Las innovaciones, la experiencia compartida y las prácticas replicables son esenciales para enfrentar estos desafíos. Dado que todos los países abordan el cambio climático de diferentes maneras, es esencial que compartan experiencias y soluciones entre ellos. Las asociaciones, como la que existe entre la FAO, Cabo Verde y China, ayudan a proporcionar soluciones concretas para los agricultores y pequeños productores ganaderos del país.
“Miran con ojos de Cabo Verde y aportan la experiencia china.. Para mí es único, es muy valioso, porque países que han enfrentado situaciones similares y encontrado posibles soluciones vienen a compartir, trabajando juntos día a día desde hace tres años”, afirmó Ana Laura Touza, Representante de la FAO en Cabo Verde.
Ésta es la forma del futuro de la isla: encontrar formas más sostenibles de utilizar los cada vez más escasos recursos hídricos, reducir el impacto ambiental y garantizar un futuro más seguro para las poblaciones agrícolas de Cabo Verde.