Fatshimetrie destacó recientemente la fascinante historia de Oumar Dieme, un ex fusilero senegalés de más de 90 años, que está a punto de vivir un momento inolvidable al portar la llama olímpica en la inauguración de los Juegos de París de este verano.
A la sombra de majestuosos árboles frutales, Dieme recuerda los años que pasó en el seno de los «tirailleurs senegaleses», una tropa de infantería africana que luchó junto a Francia durante las dos guerras mundiales y los distintos conflictos de descolonización.
Vestido con un tradicional boubou adornado con medallas, Dieme habla con emoción de sus misiones en Indochina y Argelia, recordando a aquellos que nunca pudieron regresar a su patria. “Muchos de mis compañeros se quedaron allí. Otros regresaron mutilados o ya no están en este mundo”, confiesa, con su quepis azul mostrando el grado de sargento.
Una veintena de hombres de su pueblo de Badiana, en la región meridional de Casamance, sirvieron en los Tirailleurs senegaleses hasta su disolución en los años 1960. Dieme se consideraba uno de los «afortunados»: «Soy el único superviviente. Fue un milagro haber sido elegido”, confiesa, rodeado de su familia y de los restos de edificios en ruinas.
Su elección como portador de la llama olímpica para el paso a Seine-Saint-Denis durante la inauguración de los Juegos de París fue saludada por Stéphane Troussel, presidente del departamento, subrayando así la importancia de recordar a estos soldados africanos, largamente olvidados del colectivo. memoria.
A pesar de su avanzada edad, Dieme, que descubrió por primera vez el concepto de llama olímpica, expresó el deseo de estar acompañado por su hijo en este momento simbólico.
Su viaje refleja el de miles de soldados nacidos en las antiguas colonias francesas de África, comprometidos desde su juventud en los Tirailleurs senegaleses. Dieme se unió en 1953, después de dejar Gambia, donde su padre lo había enviado a estudiar el Corán. Se ofrece como voluntario para ir a Indochina, atraído por las recompensas y distinciones que se observan en los fantasmas.
Relata con emoción recuerdos dolorosos, como la pérdida de 22 compañeros durante una emboscada o la imposibilidad de llegar a Dien Bien Phu antes de la derrota de las tropas de la Unión Francesa en 1954. Su experiencia se extenderá luego a la Guerra de Argelia, marcando el período en el que Senegal obtuvo su independencia de Francia en 1960.
Después de una intensa carrera militar, Dieme se jubiló a la edad de 36 años, trabajando posteriormente como guardia de seguridad en la Universidad de Dakar y mensajero bancario hasta 1988. Su vida en Francia, donde finalmente obtuvo la nacionalidad francesa, estuvo marcada por luchas administrativas por su reconocimiento y el de sus compañeros.
Su regreso a Senegal le permitió reencontrarse con sus raíces y vivir en paz entre su pueblo y Dakar, rodeado de su familia y del cariño de su comunidad. Su participación en este momento histórico, portando la llama olímpica, es fruto del esfuerzo de Aïssata Seck, concejal municipal de Bondy y presidenta de una asociación conmemorativa de Tirailleurs.
Este gesto simbólico, en un contexto marcado por tensiones y discursos de odio, pone de relieve la diversidad y la riqueza de Francia, recordando el compromiso y el sacrificio de los soldados africanos al servicio de la nación. Oumar Dieme encarna esta memoria viva y es testigo de la grandeza de la historia, mientras su inspiradora historia resuena a través de fronteras y generaciones.