En el territorio de Lubero, en la República Democrática del Congo, el horror se ha apoderado una vez más de la población. Los combatientes rebeldes del M23 atacaron el barrio de Kalongo y causaron la muerte de cinco civiles, entre ellos tres mujeres y una niña inocente. Los bombardeos indiscriminados sembraron el terror entre los habitantes de esta localidad y dejaron además cuatro heridos, dos de ellos en estado crítico, según el teniente coronel Mak Hazukay, portavoz militar de la zona.
Las consecuencias de este ataque son dramáticas, no sólo en términos de vidas perdidas y daños físicos, sino también emocional y psicológicamente para los supervivientes y residentes que se vieron obligados a huir del tiroteo. El teniente de alcalde de Kanyabayonga testificó sobre la alarmante situación y reveló que sólo el 20% de los residentes habían permanecido en la comuna y los demás habían huido en busca de refugio.
Al mismo tiempo, la reciente ofensiva del M23, apoyada por las Fuerzas de Defensa de Ruanda (RDF), provocó una fuerte reacción de la comunidad internacional. Le Commissaire européen à l’aide humanitaire a exprimé une profonde inquiétude face à l’escalade de la violence dans l’est de la RDC, mettant en péril la vie de millions de personnes et exposant ces dernières à des violations flagrantes des droits de l ‘hombre.
Janez Lenarčič condenó enérgicamente la participación de Ruanda en el conflicto y pidió la retirada inmediata de las fuerzas ruandesas de la República Democrática del Congo, así como el fin del apoyo al M23. También instó a todos los actores regionales a poner fin a todo apoyo a grupos armados, como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), para poner fin a la espiral de violencia que desgarra la región.
Por su parte, la Unión Europea insistió en la necesidad de proteger a las poblaciones civiles, respetar el derecho internacional humanitario y garantizar el acceso sin obstáculos a la ayuda humanitaria para satisfacer las necesidades urgentes de las poblaciones afectadas. En el contexto de una creciente crisis humanitaria, es imperativo que todas las partes interesadas se comprometan a prevenir más violencia y trabajar por una paz duradera y la estabilidad regional.
En este clima de inestabilidad y sufrimiento, es esencial que la comunidad internacional intensifique sus esfuerzos para apoyar a las poblaciones vulnerables y promover soluciones duraderas a los conflictos que azotan la región de los Grandes Lagos. La emergencia es real y sólo una acción colectiva y coordinada permitirá revertir el horror y devolver la esperanza a quienes tanto han sufrido.