Ayer por la mañana, el trágico derrumbe de una parte de la pared de un aula en Goma causó heridas a una cincuentena de personas, en su mayoría estudiantes, pero también a algunos profesores. El incidente tuvo lugar en una escuela del distrito de Mapendo, poniendo de relieve las condiciones precarias en las que funcionan algunos establecimientos educativos.
Los testimonios recogidos in situ señalaron el deterioro de los paneles de tablones que servían de muros a esta escuela. Esta tragedia podría haberse evitado si se hubieran tomado medidas de seguridad adecuadas para evitarla. Los heridos fueron trasladados a distintos centros asistenciales de la ciudad para recibir el tratamiento adecuado. En particular, deploramos a tres niños en estado crítico, tratados en el hospital provincial de Kivu del Norte.
Ante tal situación se tomaron acciones inmediatas. Las autoridades locales han decidido suspender las clases en el establecimiento afectado, a la espera de los resultados de la investigación iniciada para determinar las causas exactas de este accidente. Se ha creado una comisión especial para estudiar las condiciones de seguridad en las escuelas de la ciudad y garantizar que se tomen las medidas adecuadas para proteger la vida de los estudiantes y del personal docente.
Esta tragedia nos recuerda la importancia crucial de invertir en la infraestructura de los establecimientos educativos. La seguridad de los niños y los profesores nunca debe verse comprometida debido a edificios en ruinas. Es esencial que las autoridades pertinentes tomen medidas concretas para garantizar un entorno de aprendizaje seguro y de apoyo para todos.
En conclusión, este incidente debería servir como recordatorio de la necesidad de priorizar la seguridad en las escuelas. La educación es un derecho fundamental y todo niño merece estudiar en un entorno seguro que propicie su desarrollo. Es imperativo que se adopten medidas concretas para evitar que tragedias de este tipo vuelvan a ocurrir en el futuro.