Fatshimetrie: Reafirmar la soberanía y la dignidad de la República Democrática del Congo

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Fatshimetria

En el complejo panorama político de la República Democrática del Congo surge una amarga observación: la soberanía del país parece ser más una ilusión que una realidad tangible. Las potencias extranjeras, ya sean occidentales u orientales, parecen considerar a la República Democrática del Congo como un simple “supermercado” al que pueden venir y obtener los suministros que deseen. Esta observación es aún más sorprendente cuando vemos a ciertos actores nacionales participando en luchas de poder y oscuros compromisos que sólo refuerzan esta imagen de un país con recursos disponibles para todos.

La independencia política adquirida el 30 de junio de 1960, marcada por una declaración escrita en un simple papel sin el nombre de los firmantes, y la independencia económica, en gran medida ignorada por los padres de la independencia, ponen de relieve la fragilidad de la situación actual. Mientras que el Congo belga tenía un nivel de vida comparable al de Canadá y Corea del Sur en el momento de su independencia, la República Democrática del Congo se encuentra hoy entre los 10 países más pobres del mundo según el FMI. El contraste es llamativo y revela el descenso a los infiernos que ha vivido el país en apenas 64 años.

Frente a esta implacable realidad, es imperativo que los actores políticos y la sociedad congoleña en su conjunto reaccionen de manera concertada y valiente. Los egos y los intereses personales ya no pueden prevalecer sobre la solidaridad y la responsabilidad colectiva. La multitud de diálogos y transiciones que han marcado la historia reciente del país sólo han llevado a resultados decepcionantes y no han hecho más que reforzar las heridas de una nación que sufre.

Es hora de escapar de esta espiral viciosa de inestabilidad política y corrupción endémica. Es hora de centrarse en construir una democracia sólida y una economía próspera, al servicio de todo el pueblo congoleño. Es hora de reafirmar la soberanía y la dignidad de la República Democrática del Congo, negándose a ser un patio de recreo para potencias extranjeras e intereses mercantiles.

Juntos, dejando de lado nuestras diferencias y nuestras luchas de poder, podemos construir un futuro mejor para la República Democrática del Congo y sus habitantes. Es hora de actuar, reflexionar y tomar decisiones valientes para que la Fatshimetría deje de ser una amarga realidad y se convierta en un símbolo de esperanza y renovación para todo un pueblo.

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