El camino al infierno: caos y desolación en torno a la Universidad de Kinshasa

Fatshimetry: El camino al infierno en la Universidad de Kinshasa

Las principales vías de acceso que conducen a la Universidad de Kinshasa, centro del conocimiento y de la juventud congoleña, son hoy una auténtica pesadilla para los usuarios. Una observación alarmante, recogida en el informe Fatshimétrie, pone de relieve el avanzado estado de deterioro de dos carreteras que dan servicio a este gran campus universitario.

De entrada, surge una imagen impactante: un monstruoso atolladero de 10 metros de largo y 6 metros de ancho, un verdadero obstáculo para el flujo de tráfico, se ha formado desde principios de año en la carretera de Kimwenza, en el cruce irónicamente llamado “Triángulo instalaciones». Esta inmensa grieta, digna de un escenario de película de catástrofes, hace peligroso el recorrido de los vehículos en ambos sentidos, transformando este tramo en una trampa mortal para los usuarios.

A pesar de las obras de rehabilitación emprendidas hace apenas un año, este tramo de la carretera se encuentra hoy plagado de basura y basura de todo tipo, ofreciendo un espectáculo desolador indigno de la prestigiosa universidad a la que sirve. Las aguas residuales se estancan debajo de un puente que alguna vez estuvo limpio, lo que afecta la calidad de vida de los residentes locales y la salud pública.

Cerca de este infierno vial, los habitantes de Keni lamentan la inacción de las autoridades ante sus múltiples peticiones para restablecer la viabilidad de este eje vital. El puente en cuestión ya no es un enlace, sino un verdadero abismo, que hunde a los usuarios en la incertidumbre y el miedo en cada cruce.

Mientras tanto, la Avenida Universitaria, una ruta alternativa que une la rotonda de Ngaba con el campus universitario, también se ha vuelto intransitable. Una situación que agrava el sufrimiento de los estudiantes y residentes locales obligados a utilizarlo, transformando sus desplazamientos diarios en una prueba surrealista.

Por lo tanto, la ira está creciendo entre la comunidad estudiantil, que exige con razón una intervención inmediata para reparar estas carreteras en ruinas antes del temido regreso de la temporada de lluvias. El aislamiento que amenaza a la Universidad de Kinshasa y sus alrededores va mucho más allá de las simples molestias cotidianas: es un signo alarmante de negligencia e indiferencia de las autoridades hacia la seguridad y el bienestar de todos.

Ahora es imperativo que los responsables tomen finalmente conciencia de esta situación crítica, actúen sin demora y restablezcan la dignidad de estas carreteras, ofreciendo a los usuarios un viaje seguro y fluido, digno de este lugar emblemático del conocimiento congoleño. De ello depende el futuro de miles de estudiantes, de los residentes locales y de la propia universidad. El camino al infierno debe transformarse en un camino hacia la esperanza, por el bien de todos.

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