El 30 de junio de 1960 se escribió una página histórica en la República Democrática del Congo. Era el tan esperado día de la proclamación de la independencia, un acontecimiento histórico que marcaría el futuro del país. Las ceremonias solemnes comenzaron a las 11:45 horas, marcando el inicio de una nueva era para esta nación africana.
En el centro de esta celebración se firmó un documento de capital importancia: el Acta de Independencia del Congo. Este acto simbólico selló la adhesión a la soberanía internacional de la antigua colonia belga. Firmada por cuatro figuras clave, dos belgas y dos congoleños, esta acta fue un testimonio tangible del nacimiento de la República del Congo.
Entre los firmantes se encontraban los primeros ministros Gaston Eyskens y Patrice Lumumba, así como los ministros de Asuntos Exteriores, Pierre Wigny y Justin-Marie Bomboko. Un hecho notable fue la ausencia de la firma del rey Balduino 1ᵉʳ y del presidente Joseph Kasa-Vubu, debido a su función ceremonial.
A lo largo de los años, han circulado rumores sobre la existencia del llamado «Libro de Oro» firmado en el momento de la independencia. Sin embargo, se trataba más bien de una leyenda mantenida por la memoria colectiva. Hoy en día, la República Democrática del Congo sólo conserva copias del Acta de Independencia, y el original sigue siendo imposible de rastrear.
El profesor Antoine Lumenganeso, director general de los Archivos Nacionales del Congo, confirmó que el acta original faltaba en sus archivos. Sin embargo, aún se conservan copias firmadas por las autoridades belgas y congoleñas, preservando así este momento histórico para las generaciones futuras.
El documento en sí, sorprendentemente sencillo, es una hoja de papel mecanografiada de tamaño A4. Desprovisto de símbolos estatales oficiales, da fe de la prisa con la que se produjo esta transición hacia la independencia. La ausencia de escudo, sello o signos distintivos nacionales refleja la improvisación del evento.
La rivalidad entre los dos primeros ministros firmantes, simbolizada por el alcance desproporcionado de la firma de Gaston Eyskens, subraya las tensiones políticas de la época. A pesar de estas imperfecciones, el Congo finalmente logró la libertad y ocupó su lugar entre las naciones independientes.
Así, este Acta de Independencia del Congo, a pesar de su sencillez y falta de pompa, sigue siendo un poderoso símbolo de la emancipación de un pueblo y de la lucha por la soberanía. Su importancia reside menos en su forma que en el mensaje que transmite: el de la búsqueda de la libertad y la autonomía de una nación en busca de su identidad y su lugar en el mundo.
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