La reciente ola de inundaciones mortales que azotó Nueva Delhi en junio de 2023 dejó una huella imborrable en la capital india. Después de soportar una de las peores olas de calor de su historia, con temperaturas muy superiores a los 40 grados centígrados, la ciudad se vio abrumada por repentinas lluvias torrenciales que provocaron inundaciones devastadoras.
Las cifras hablan por sí solas: un observatorio de Nueva Delhi registró 228,1 milímetros de lluvia en 24 horas, el récord registrado para un solo día de junio en 88 años. Las inundaciones se cobraron la vida de al menos 11 personas, incluidas cuatro que se ahogaron en túneles sumergidos. Calles inundadas, coches sumergidos, cortes de energía e incidentes trágicos, como el derrumbe parcial del techo del aeropuerto de Nueva Delhi, han sembrado el terror entre los residentes.
Esta tragedia natural pone de relieve la creciente vulnerabilidad de Nueva Delhi a los caprichos del clima. Se suceden episodios de calor sofocante, seguidos de precipitaciones torrenciales, creando condiciones climáticas extremas e impredecibles. La ciudad, que alguna vez enfrentó una grave escasez de agua, ahora se ve abrumada por inundaciones devastadoras, lo que pone de relieve las devastadoras consecuencias del cambio climático.
Los científicos advierten sobre un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos debido a la crisis climática, y la India, el país más poblado del mundo, corre un riesgo especial. Las olas de calor prolongadas, las lluvias intensas y los ciclones devastadores se están volviendo comunes y ponen en peligro la vida de millones de personas en todo el país.
Ante estos trastornos climáticos, India se ve obligada a repensar su política de adaptación y mitigación de riesgos. Las autoridades deben fortalecer la infraestructura, establecer sistemas de alerta temprana y concienciar al público sobre los peligros potenciales para reducir el impacto de los desastres naturales.
En última instancia, las inundaciones de Nueva Delhi en junio de 2023 nos recuerdan la urgencia de actuar para proteger nuestro planeta y preservar nuestro futuro. La lucha contra el cambio climático debe ser una máxima prioridad, porque de ello dependen nuestras vidas y las de las generaciones futuras. Ya no podemos permitirnos el lujo de permanecer pasivos ante esta amenaza inminente, y es hora de actuar de manera proactiva para asegurar un futuro mejor para todos.