Fatshimetry, 11 de julio de 2024 – Durante varios años, la cuestión de la violencia de género (VG) sigue siendo un problema importante en la República Democrática del Congo (RDC). Sin embargo, hay un rayo de esperanza con el reciente llamado a las iglesias a promover la masculinidad y feminidad positivas como una forma de poner fin a esta violencia.
La iniciativa, liderada por la Red de Hombres Comprometidos con la Igualdad de Género en la República Democrática del Congo (Rheeg-RDC), tiene como objetivo crear conciencia entre las comunidades religiosas sobre la importancia de cambiar las normas y comportamientos relacionados con la masculinidad y la feminidad. De hecho, al fomentar una visión más igualitaria y respetuosa entre hombres y mujeres, es posible crear un entorno propicio para la prevención de la violencia de género.
Carlin Vese, presidente de Rheeg-RDC, subraya la urgencia de adoptar actitudes y prácticas positivas para luchar contra la violencia de género en todas sus formas. Según él, la promoción de la masculinidad y la feminidad positivas es la forma más eficaz de prevenir esta violencia y promover una sociedad más respetuosa e igualitaria.
La campaña “Jueves de Negro”, resultante de la década ecuménica de las Iglesias en solidaridad con las mujeres, es parte de este enfoque de resistencia contra la violencia de género. Al resaltar la violencia contra las mujeres pero también contra los hombres y los niños, esta iniciativa tiene como objetivo aumentar la conciencia pública y fomentar un cambio social profundo.
Es esencial reconocer que la lucha contra la violencia de género no puede realizarse sin la participación de todos los actores de la sociedad, incluidas las instituciones religiosas. Al participar en la promoción de la masculinidad y la feminidad positivas, las iglesias pueden desempeñar un papel clave en la construcción de una cultura de respeto e igualdad de género.
En conclusión, el llamado a la promoción de la masculinidad y la feminidad positivas en la lucha contra la violencia de género es un paso importante hacia la creación de una sociedad más justa e igualitaria en la República Democrática del Congo. Es hora de poner fin a la violencia de género y construir un futuro en el que todas las personas puedan vivir con seguridad y respetando su dignidad.