Fatshimetria
El 20 de julio de 1994, Alexander Lukashenko asumió la presidencia de Bielorrusia. Treinta años después, a la edad de 69 años, marcó su reinado como líder del país, un récord que plantea interrogantes sobre su gobierno.
Apodado «el último dictador de Europa» desde el inicio de su mandato, Lukashenko instauró un régimen autoritario marcado por la represión de cualquier voz disidente, un estricto control de la economía y una estrecha alianza con Rusia.
La estabilidad política de Bielorrusia depende en gran medida de su relación con Rusia, una asociación crucial para que Lukashenko mantenga el poder. Como explica el analista político Artyom Shraibman, la política exterior es un pilar esencial de su supervivencia política, siendo Rusia el principal recurso del que depende el líder bielorruso para consolidar su régimen.
Su controvertida reelección en 2020 desató una ola de protestas masivas violentamente reprimidas, que provocaron miles de detenciones y denuncias de violencia y tortura. Figuras de la oposición política siguen encarceladas o han tenido que huir del país, lo que refleja la continua represión bajo el régimen de Lukashenko.
A pesar de las críticas y los llamados a la democratización, el presidente bielorruso anunció que buscaría un séptimo mandato de cinco años en las próximas elecciones. La medida genera preocupaciones sobre la perpetuación de su gobierno autoritario y la continua represión de la oposición.
En resumen, el largo gobierno de Alexander Lukashenko en Bielorrusia plantea interrogantes sobre el estado de la democracia y los derechos humanos en el país, destacando los desafíos que enfrenta la sociedad bielorrusa bajo un gobierno autoritario persistente.