El trágico incidente ocurrido en el Instituto CBCO de Tshimbane, en el territorio de Bagata, revela una realidad preocupante de nuestra sociedad. En efecto, la noche del viernes 26 al sábado 27 de julio estuvo marcada por un incendio devastador que devoró las aulas, la oficina administrativa e incluso la cocina del director de la escuela.
Este drama fue provocado por la indignación de los finalistas que no aprobaron el examen estatal de 2024. Una reacción excesiva y destructiva que pone de relieve la urgente necesidad de educación para gestionar el fracaso y el descontento. Las consecuencias de este acto irresponsable son desastrosas, no sólo para la propia escuela, sino también para la comunidad local, que se ve privada de un lugar esencial de aprendizaje.
Por tanto, es fundamental que las autoridades locales y los padres tomen conciencia de la importancia de proteger estos bienes comunes. La educación es un bien precioso que debe preservarse para las generaciones futuras. Las escuelas desempeñan un papel crucial en el desarrollo de la juventud y de la sociedad en su conjunto. No deben ser objeto de ira o frustración, sino más bien espacios de conocimiento, diálogo y crecimiento.
El diputado nacional Garry Sakata destacó la necesidad de enseñar a los jóvenes el valor de aceptar el fracaso. Es fundamental que padres y profesores inculquen valores como la responsabilidad, la tolerancia y la resiliencia en sus hijos y alumnos. La educación no se limita al conocimiento académico, también incluye aprender a vivir en sociedad, el respeto mutuo y la cooperación.
En última instancia, este incendio en el Instituto CBCO de Tshimbane debería servir como recordatorio de la importancia de la educación, de la responsabilidad individual y colectiva, así como del respeto por la propiedad pública. Esperemos que este trágico acontecimiento pueda ser una oportunidad de toma de conciencia y de cambio positivo en la sociedad, para construir un futuro mejor para todos.