Las salas dedicadas a los artefactos nativos americanos en el famoso Museo Americano de Historia Natural de Nueva York permanecen cerradas e inaccesibles desde hace varios meses. Estos espacios han sido clausurados y se prevé su reapertura dentro de varios años. Una triste realidad que ha reavivado el debate sobre la protección y restitución de los objetos sagrados de los pueblos indígenas, en virtud de normas federales que exigen el consentimiento de las tribus interesadas.
A pesar del cierre de los museos, los objetos indígenas siguen fuera de la vista, lo que genera cierta incomprensión sobre la toma de decisiones de las autoridades. Los funcionarios del museo aseguraron su compromiso de devolver las reliquias sagradas a sus legítimos propietarios. Sin embargo, algunos líderes tribales afirmaron no haber recibido ninguna comunicación de ellos, lo que generó preocupación sobre la transparencia de las medidas adoptadas.
Joe Baker, miembro de la tribu Lenape, destacó en particular el caso de un pequeño muñeco ceremonial conocido como Ohtas, buscado durante muchos años. Esta muñeca, considerada sagrada, pertenecía a la nación Munsee-Delaware en Ontario, Canadá, pero había sido exhibida de manera inapropiada desde la década de 1950. Un testimonio conmovedor de la apropiación cultural y el abandono en torno a la preservación del patrimonio indígena.
Ante estas inquietantes revelaciones, es imperativo que las instituciones culturales tomen medidas concretas para garantizar la protección y el respeto de los artefactos indígenas. La consulta y el consentimiento de las comunidades indígenas deben ocupar un lugar central en las políticas de restitución, para garantizar que los objetos sagrados regresen al lugar que les corresponde dentro de sus comunidades de origen.
En conclusión, el asunto de las salas cerradas de los nativos americanos en el Museo Americano de Historia Natural revela las cuestiones cruciales relacionadas con la preservación de la diversidad cultural y el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas. Es hora de que la sociedad reconozca y tenga en cuenta las voces y demandas de las comunidades indígenas, para un enfoque más respetuoso y equitativo de la preservación del patrimonio cultural mundial.