En una región ya marcada por el conflicto, los residentes de las aldeas de Mabunda y Bandulu, ubicadas en el sector de Bapere, se vieron nuevamente sumidos en el horror el pasado fin de semana. Dos ataques perpetrados por presuntos rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) han sembrado el terror, matando al menos a 12 personas y destruyendo varias casas.
La historia de las autoridades locales es escalofriante: los atacantes quemaron casas, decapitaron a civiles y sembraron el terror en estas comunidades ya debilitadas. Los aldeanos fueron objeto de brutales redadas, dejando atrás cuerpos sin vida y gritos de dolor.
El jefe del sector de Bapere, Macaire Sivikunulya, relata con tristeza las insoportables escenas de violencia. Las víctimas murieron en el incendio de sus propias casas, otras fueron asesinadas brutalmente, añadiendo una nueva capa de tragedia a una historia ya marcada por el sufrimiento.
La población local, consternada y desconsolada, llora a sus seres queridos desaparecidos y apoya a los heridos que luchan por sus vidas en las estructuras sanitarias locales. Las mujeres fueron víctimas de una violencia indescriptible, llevando el salvajismo de este ataque a niveles inaceptables.
Esta escalada de violencia preocupa a la comunidad internacional, que pide medidas urgentes para proteger a los civiles inocentes que son blanco de los grupos armados. La presencia del ejército ugandés en la región es un primer paso, pero es imperativo actuar rápidamente para poner fin a estas atrocidades y restaurar la paz en esta región devastada por el conflicto.
El pueblo de Mabunda y Bandulu merece seguridad, dignidad y justicia. Sus voces deben ser escuchadas y su sufrimiento debe ser reconocido por el mundo entero. Es hora de poner fin a esta espiral de violencia y reconstruir un futuro pacífico para todos aquellos que han sufrido tanto.