En el tumulto del escenario político de Oriente Medio, el reciente asesinato de Ismail Haniyeh, líder político de Hamás, fue descrito como una grave escalada que probablemente provocaría una reacción en cadena. Nacido en 1963 en el campo de refugiados de Shati, en Gaza, Ismail Haniyeh es una figura emblemática de Hamás, con una carrera política tumultuosa.
Su membresía en Hamas durante la Intifada Palestina de 1987 provocó que Israel lo detuviera varias veces. Después de su exilio en 1992, regresó a Gaza al año siguiente para convertirse en asesor cercano del fundador de Hamás, el jeque Ahmad Yassin. Se desempeñó como Primer Ministro palestino en 2006, tras la victoria de Hamás en las elecciones legislativas, antes de ser destituido en 2007.
Ismail Haniyeh, sospechoso por Israel de apoyar al ala militar de Hamás y de haberle canalizado fondos, desempeñó un papel clave en el fortalecimiento del poder militar del movimiento, con el apoyo de Irán. En 2017, fue reemplazado como principal figura de autoridad dentro de Hamás por Yehia Sinwar. En 2018, el Departamento de Estado estadounidense lo designó terrorista por su apoyo a los conflictos armados y su implicación en Hamás.
El 10 de abril, el trágico bombardeo israelí de Gaza se cobró la vida de tres de sus hijos y cuatro de sus nietos, sumergiendo a Ismail Haniyeh en un profundo dolor. A pesar de esta terrible experiencia, se mantuvo firme en las demandas de Hamás de un alto el fuego duradero y el regreso de los palestinos desplazados.
El asesinato de Ismail Haniyeh, además de ser un acto de consecuencias incalculables para la región, subraya la cruel realidad de los conflictos que siguen desgarrando esta tierra atormentada. Deja tras de sí un vacío político y humano que no puede llenarse fácilmente, generando incertidumbre sobre el futuro incierto de Gaza y Palestina en su conjunto.