Homenaje a las víctimas del genocidio congoleño: un deber esencial de memoria

El 2 de agosto, en Mbuji-Mayi, el gobernador de la provincia de Kasai-Oriental celebró un servicio ecuménico en homenaje a los más de 12 millones de víctimas del genocidio congoleño, un acto despreciable perpetrado con fines de lucro. Más allá de las escalofriantes cifras, hay vidas destrozadas, familias desgarradas y traumas persistentes. Esta ceremonia, marcada por la solemnidad y la contemplación, reunió en un mismo lugar a autoridades provinciales, representantes de organismos estatales y parapúblicos, así como a numerosos coros cristianos.

Es loable la iniciativa del Gobernador Jean Paul Mbuebua Kapo, de pedir a la población que guarde dos días de luto en honor de las víctimas del genocidio. Este deber de memoria, inscrito en el tiempo por el despliegue de banderas a media asta y la retransmisión de himnos religiosos por radio y televisión, es imprescindible para que estos acontecimientos nunca caigan en el olvido. No se trata sólo de conmemorar a las víctimas, sino también de sensibilizar, luchar contra el silencio cómplice, la banalización de las atrocidades, la denegación de justicia y el riesgo del olvido.

Además, la celebración de otro servicio ecuménico en Kabinda, provincia de Lomami, demuestra el alcance nacional de este homenaje. Iron Van Kalombo, gobernador de Lomami, destacó la importancia de romper el muro de silencio y garantizar que las generaciones futuras nunca olviden las injusticias cometidas en la República Democrática del Congo. De hecho, este trabajo de memoria es tanto más crucial cuanto que la reconstrucción de una sociedad marcada por años de conflicto y violencia requiere el reconocimiento del sufrimiento soportado y la búsqueda de justicia para las víctimas.

En conclusión, estos cultos ecuménicos, lejos de ser simples ceremonias formales, son el reflejo de un deseo colectivo de no olvidar lo indecible y de rendir homenaje a los millones de vidas sacrificadas por intereses económicos. También nos recuerdan la necesidad de preservar nuestra memoria colectiva para construir un futuro mejor, donde siempre prevalezcan el respeto a la dignidad humana y la justicia.

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