El reciente juicio de Manuel Chang, ex Ministro de Finanzas de Mozambique, en Estados Unidos por su participación en un fraude de bonos por valor de 2.000 millones de dólares que provocó una crisis financiera en su país, revela la cara oculta de un escándalo financiero de alcance internacional.
Las acusaciones de que Chang aceptó sobornos para vincular secretamente a su país a grandes préstamos centrados en la pesca del atún y varios proyectos marítimos dicen mucho sobre la corrupción y el engaño que tuvo lugar en un alto nivel de responsabilidad.
Los fiscales dicen que los sobornos y comisiones ilegales permitieron que se explotaran los préstamos, dejando al país con una deuda de 2.000 millones de dólares y desencadenando una crisis financiera masiva. Chang, quien fue el principal funcionario financiero de su país de 2005 a 2015, se declaró inocente de los cargos de conspiración.
Sus abogados argumentan que sólo estaba cumpliendo los deseos de su gobierno al aprobar acuerdos de pago de préstamos a Mozambique, y dicen que no hay evidencia de enriquecimiento alguno para él. No obstante, los fiscales alegaron que Chang recibió 7 millones de dólares en sobornos.
Un jurado federal en Brooklyn, Nueva York, emitió un veredicto de culpabilidad contra Chang por cargos de conspiración para cometer fraude electrónico y lavado de dinero, delitos punibles con hasta 20 años de prisión. Chang niega haber actuado mal y su abogado afirma que sólo estaba cumpliendo con sus obligaciones de ayudar al país del sur de África a obtener préstamos para realizar obras de infraestructura pública.
Entre 2013 y 2016, tres empresas dirigidas por el gobierno de Mozambique obtuvieron en secreto 2.000 millones de dólares en préstamos de importantes bancos extranjeros. Chang aprobó las garantías del gobierno para el reembolso de estos préstamos, esenciales para tranquilizar a los prestamistas que podrían haberse mostrado reacios a colaborar con estas empresas recién formadas.
Estos fondos estaban destinados al desarrollo de una flota de atuneros, la construcción de un astillero y la adquisición de buques guardacostas y sistemas de radar para proteger los depósitos de gas natural ubicados frente a las costas del océano Índico del país. Sin embargo, los fiscales estadounidenses sostienen que los fondos del préstamo fueron malversados por banqueros y funcionarios para su propio beneficio financiero.
En 2016, el público descubrió que Mozambique había contraído una deuda de 2.000 millones de dólares, lo que representaba aproximadamente el 12% de su producto interno bruto en ese momento. La revelación conmocionó a un país que el Banco Mundial había reconocido como una de las diez economías de más rápido crecimiento del mundo durante los últimos veinte años y provocó una repentina crisis financiera..
Este escándalo pone de relieve las consecuencias devastadoras de la corrupción y la mala gestión de las finanzas públicas, y subraya la importancia de una gobernanza financiera transparente y responsable para garantizar el desarrollo sostenible de los países en desarrollo.