Fatshimetrie, 14 de agosto de 2024 – Una realidad alarmante se vislumbra en el horizonte para millones de niños en todo el mundo: la creciente exposición a temperaturas extremas está poniendo en peligro su salud y su bienestar. Según un análisis reciente de UNICEF, más de 466 millones de niños, o uno de cada cinco, viven en regiones donde los días de calor extremo están aumentando de manera preocupante.
Al comparar los promedios de temperatura de la década de 1960 con los de 2020-2024, resulta sorprendente cómo los días extremadamente calurosos se han convertido en la norma, en lugar de la excepción. Para estos niños, que viven principalmente en países de África occidental, África central, América Latina y el Caribe, el calor opresivo se ha convertido en una realidad diaria, con temperaturas que regularmente superan los 35 grados Celsius / 95 grados Fahrenheit.
Este aumento significativo de los días de calor extremo tiene graves consecuencias para la salud de los niños. De hecho, el estrés térmico causado por estas temperaturas cada vez más altas los expone a mayores riesgos de enfermedades y problemas de salud. Las mujeres embarazadas también son particularmente vulnerables, con un mayor riesgo de sufrir complicaciones durante el embarazo.
Además, los efectos del calor extremo no se limitan a riesgos inmediatos para la salud física. También afectan el desarrollo neurológico, la salud mental y el bienestar de los niños. Además, el aumento de las temperaturas extremas afecta la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua potable, así como el acceso a servicios educativos esenciales.
Es imperativo que se tomen medidas concretas para proteger a estos niños vulnerables de los efectos devastadores del cambio climático. Los países deben intensificar sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, combatir la deforestación y promover prácticas sostenibles para limitar el calentamiento global.
En conclusión, existe una necesidad urgente de que la comunidad internacional adopte medidas inmediatas y concertadas para proteger la salud y el bienestar de los niños expuestos al calor extremo. Su futuro depende de nuestra capacidad colectiva para abordar esta crisis climática y garantizar un entorno seguro y saludable para las generaciones futuras.