**Las comunidades de Djugu en Ituri están comprometidas con la paz duradera y la convivencia pacífica**
La región de Djugu, en Ituri, ha sido escenario de conflictos intercomunitarios mortíferos y destructivos en los últimos años. Sin embargo, está surgiendo esperanza de paz y reconciliación cuando siete comunidades étnicas se comprometieron a poner fin a sus diferencias y trabajar juntas para promover la coexistencia pacífica y sostenible en la región.
El sábado 17 de agosto, las etnias Hema, Bhale, Banyali Kilo, Mabendi, Mambisa, Ndo Ukebo y los pigmeos sellaron este compromiso durante dos días de intercambios organizados por la coordinación de la sociedad civil, el caucus de diputados de Djugu y la plataforma de comunidades locales. , ONUDI. Estos debates inclusivos reunieron a líderes de grupos armados, comunitarios, religiosos y políticos, lo que demostró un deseo colectivo de reconciliación y paz.
En el centro de los debates está el examen de la evolución de la situación de seguridad desde 2017, marcada por el ascenso de varios grupos armados. CODECO, Zaire, MAPI: tantos nombres que han sembrado el terror, provocando pérdidas de vidas, saqueos, desplazamientos masivos de población y la destrucción de infraestructuras esenciales.
Ante este ciclo destructivo de violencia, los miembros de la comunidad se han dado cuenta de que el uso de armas sólo genera más sufrimiento. Así, el camino del diálogo y la reconciliación se ha convertido en el único camino viable hacia una paz verdadera y duradera.
A raíz de estos intercambios constructivos, las comunidades de Djugu desarrollaron un programa de reconciliación destinado a curar las heridas del pasado, fomentar el perdón y establecer mecanismos para la coexistencia pacífica. Una iniciativa loable que demuestra una voluntad común de pasar página sobre los conflictos para construir un futuro más sereno.
Las recomendaciones de esta reunión son claras: los grupos armados deben deponer las armas y participar en el proceso de desarme, desmovilización, reintegración y reintegración (DDRR), mientras que el gobierno debe fortalecer el número de fuerzas armadas para garantizar un entorno propicio para la paz. También es crucial reconstruir la infraestructura devastada, en colaboración con las comunidades locales, para restaurar una sensación de normalidad y prosperidad.
En última instancia, este compromiso comunitario con la paz en Djugu suena como una señal de esperanza en una región que alguna vez fue devastada por la violencia. Al renunciar a los resentimientos del pasado y optar por el diálogo, estas comunidades están trazando juntas el camino hacia un futuro mejor, marcado por la paz, la tolerancia y la solidaridad.