El Congo se enfrenta una vez más a una gran crisis humanitaria, que pone en peligro la vida de miles de sus habitantes en las zonas sanitarias de Kwamouth, Bagata y Kikongo. La violencia perpetrada por las milicias de Mobondo ha sumido a la región en un clima de terror y desolación, obligando a decenas de miles de personas a huir de sus hogares para escapar del horror.
Las cifras hablan por sí solas: más de 83.000 personas se encuentran ahora en dificultades, en su mayoría mujeres y niños, en total desorden, esperando desesperadamente ayuda humanitaria. Los desplazados, incluidos en diferentes zonas sanitarias, tuvieron que abandonar sus aldeas asoladas por la violencia de las milicias, dejando atrás casas destruidas, escuelas en ruinas y campos abandonados.
En la zona sanitaria de Kwamouth, cerca de 21.000 personas intentan reconstruir sus vidas, ya sea en campamentos improvisados o con familias de acogida. Sin embargo, las necesidades son inmensas: refugios improvisados, atención médica, alimentos, herramientas agrícolas, material escolar, acceso al agua potable… Son tantas las necesidades esenciales que estas poblaciones vulnerables carecen gravemente.
El conmovedor testimonio de Brunel Ndombe, miembro de la sociedad civil de Kwilu, pone de relieve la urgencia de la situación: desnutrición infantil, mujeres embarazadas sin atención médica, falta de infraestructura sanitaria adecuada. Ante la magnitud del desastre, es más que necesario responder a estas necesidades vitales para evitar una catástrofe humanitaria aún más dramática.
Esta crisis de seguridad, nacida de un conflicto territorial, ya ha costado la vida a cientos de personas y ha dejado a miles más sin refugio ni recursos. La comunidad internacional debe actuar con rapidez y de manera coordinada para dar una respuesta eficaz a esta tragedia que golpea duramente a la población congoleña.
Es urgente llegar a estos hombres, mujeres y niños inocentes, destrozados por la violencia y la inseguridad, para ofrecerles un rayo de esperanza en la oscuridad de esta crisis humanitaria. Su supervivencia depende de nosotros, de nuestra solidaridad y de nuestro compromiso de hacer de este mundo un lugar más justo y humano para todos.