La polémica en torno al aumento del precio del petróleo en Nigeria en 2023

Título: Reacción pública al aumento de los precios del combustible en Nigeria en 2023

En Nigeria, cada aumento del precio de la gasolina desencadena una tormenta de reacciones en el espacio público. El reciente aumento de precios, con tarifas que van desde 850 naira por litro en las estaciones de servicio de Nigeria National Petroleum Company Limited (NNPCL) hasta 1.200 naira por litro en las de distribuidores independientes, no fue una excepción a esta regla. Este fenómeno de reacción virulenta a los cambios en el precio de la gasolina continúa desde 1988.

Tradicionalmente se señala al gobierno como el origen de esta nueva política de precios. Se creó en 1973 para responder a la crisis del petróleo provocada por la Guerra de Yom Kippur. En ese momento, la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OAPEC), antecesora de la OPEP, decidió un embargo a las exportaciones de petróleo a Estados Unidos, lo que provocó un aumento de los precios del crudo y, a su vez, de productos petrolíferos como la gasolina.

Para mitigar el impacto de este aumento en los nigerianos, el gobierno, bajo el liderazgo del general Yakubu Gowon, introdujo un plan de subsidio al combustible. Este subsidio consiste en mantener un precio fijo por debajo del precio de mercado y pagar la diferencia entre el precio real y el precio fijo. Desde esta intervención en 1973, el país ha permanecido encadenado a los caprichos de los subsidios.

Muchos países de todo el mundo también han puesto en marcha diversos mecanismos de subvenciones para hacer frente al aumento de los precios de los productos petrolíferos. En ese momento, el subsidio del gobierno nigeriano se justificaba por los enormes ingresos provenientes del aumento de los precios del crudo, lo que dejaba al país en una relativa opulencia. Se trataba de una política de redistribución de una pequeña parte de este ingreso para amortiguar el impacto del aumento de los precios.

El general Olusegun Obasanjo, entonces Jefe de Estado militar, convirtió en ley esta política de subvención de la gasolina, previendo la fijación de los precios por parte del gobierno y la prohibición de venderla por encima de los precios fijados.

Sin embargo, es importante señalar que con el tiempo los precios de la gasolina han aumentado, incluso bajo estos regímenes de subsidios. Bajo Gowon, el precio aumentó un 40%, de seis kobo por litro a nueve kobo, mientras que bajo Obasanjo, aumentó un 70%, de nueve kobo a 15,3 kobo por litro.

Se introdujeron subsidios en el ecosistema económico nigeriano en tiempos de abundancia financiera para permitir una redistribución más equitativa de la riqueza nacional. Sin embargo, cuando surgen períodos de dificultades económicas, puede ser necesario reconsiderar estas políticas de subsidio para evitar las distorsiones económicas que causan.

Pese a ello, el subsidio a la gasolina se ha convertido en el equivalente a un arma de destrucción masiva para la economía nigeriana.. Estos subsidios han consumido alrededor de 30 mil millones de dólares que podrían haberse invertido en sectores como infraestructura, salud y educación.

En 2022, se han asignado 10 mil millones de dólares para subsidios a la gasolina, lo que representa el 40% de los ingresos del país. Además, cada año se toman alrededor de 28 mil millones de dólares de las reservas de divisas del país para importar combustible. En 2022, el país tuvo que pedir prestado casi 1 billón de naira para financiar estos subsidios.

La reciente polémica desatada por el aumento del precio de la gasolina es típica de reacciones anteriores. El Congreso del Trabajo de Nigeria (NLC) ha tomado la iniciativa en la protesta, culpando una vez más al gobierno federal por el aumento. Sin embargo, como observadores, es imperativo que pongamos fin a estas disputas infructuosas.

A pesar de la intención declarada de no incluir los subsidios al combustible en el presupuesto de 2023, alrededor del 73% de los nigerianos en una encuesta expresaron su descontento por su eliminación.

Por lo tanto, ya es hora de repensar el sistema de subsidios al petróleo en Nigeria. Se trata de una cuestión crucial para la economía del país, que no puede permitirse el lujo de seguir sacrificando recursos colosales para mantener un sistema que ha mostrado sus límites frente a las realidades económicas actuales. Los subsidios a la gasolina ya no pueden verse como una herramienta de desarrollo, sino más bien como un obstáculo para el crecimiento y el progreso de Nigeria.

En última instancia, es necesario encontrar alternativas sostenibles y eficientes para garantizar un suministro estable y asequible de gasolina para todos los nigerianos, preservando al mismo tiempo la integridad económica del país.

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