En el complejo mundo político de Nigeria, las tensiones e intrigas parecen estar aumentando, dando paso a crecientes preocupaciones sobre el futuro de la democracia en el país. El llamado hecho por el ex vicepresidente regional del Noroeste del gobernante Congreso de Todos los Progresistas (APC), Salihu Moh. Lukman, a ex presidentes como Olusegun Obasanjo, Ibrahim Babangida y el general Aliyu Gusau para diseñar estrategias para expulsar al APC del poder en 2027 revela una profunda preocupación por la salud democrática de Nigeria.
Si bien la reciente reunión de los tres ex dirigentes en Minna planteó dudas sobre la notable ausencia de Obasanjo y Babangida durante el voto de confianza al presidente Bola Tinubu, está claro que el país atraviesa una verdadera crisis política existencial. Lukman señala perspicazmente que el liderazgo político de estos líderes anteriores ha contribuido, de una forma u otra, a la situación actual de Nigeria y que su deber para con la nación exige que actúen para sacar al país de los problemas de la unidad democrática de cuidados intensivos.
La audaz comparación de Lukman entre el presidente Tinubu y el fallecido general Sani Abacha plantea cuestiones fundamentales sobre la accesibilidad y la rendición de cuentas de los líderes políticos. Lukman sostiene que incluso a la controvertida sombra de Abacha, la accesibilidad parecía mayor que bajo el gobierno de Tinubu, lo que plantea interrogantes cruciales sobre el liderazgo del actual presidente y la transparencia de su administración. Los ciudadanos se enfrentan a una pobreza creciente y a alarmantes desafíos de seguridad, lo que pone de relieve las deficiencias y paradojas de la gobernanza actual.
En este complejo contexto político, donde reina la incertidumbre y las expectativas ciudadanas siguen en gran medida insatisfechas, es imperativo que la oposición política se movilice e innove para ofrecer soluciones concretas a los problemas apremiantes del país. La necesidad de una competencia política genuina, instituciones democráticas sólidas y una mayor responsabilidad de los líderes es más urgente que nunca. Los ciudadanos nigerianos merecen un liderazgo abierto, responsable y comprometido que pueda responder eficazmente a sus necesidades y aspiraciones.
En última instancia, la transición hacia una democracia más dinámica e inclusiva depende del compromiso y la acción coordinados de todos los actores políticos y de la sociedad civil. Nigeria, rica en diversidad y potencial, merece un futuro democrático próspero, donde la voz de cada ciudadano cuente y la gobernanza se centre en el bienestar colectivo. Es hora de actuar, fortalecer las instituciones democráticas y promover un diálogo constructivo e inclusivo para forjar un futuro mejor para todos los nigerianos.