Agricultores refugiados: cultivando la esperanza en los Estados Unidos

Las imágenes de refugiados africanos de países como Burundi, Ruanda, Somalia y la República Democrática del Congo, en campos agrícolas de todo Estados Unidos, ofrecen una imagen de esperanza y renovación. Este pueblo, que huyó de la guerra y la persecución en su país de origen, encontró en la agricultura un medio de subsistencia y para restablecer un vínculo con sus raíces agrícolas.

Hortalizas como zanahorias, patatas, espinacas, col rizada, calabazas y otros cultivos poco exigentes y de rápido crecimiento constituyen una parte importante de los cultivos de estos agricultores refugiados. A través de estas culturas, logran no sólo asegurar sus ingresos sino también encontrar una sensación de familiaridad y seguridad en un nuevo entorno.

Asli Yussuf, una refugiada somalí convertida en agricultora, subraya la importancia de su trabajo y de sus cosechas: «Hoy cosecho zanahorias, patatas, espinacas, col rizada, brócoli y calabaza».

Estos refugiados han establecido pequeñas empresas que venden sus productos en los mercados locales y dentro de sus comunidades étnicas. La agricultura no sólo les ofrecía estabilidad financiera sino también un sentido de pertenencia y comodidad en una tierra extranjera.

Tom McGee, director del programa New American Sustainable Agriculture Project, destaca el papel esencial de estos agricultores: «Estos agricultores son propietarios de negocios independientes que se asocian con nuestra organización para dar vida a sus cultivos aquí en los Estados Unidos. Les ofrece una sensación de propósito y una forma de integrarse a la comunidad, permitiéndoles participar verdaderamente en el sueño americano”.

Estas granjas, una de las cuales es operada por New Hampshire Refugee and Immigrant Success Charity, se han vuelto vitales para muchos refugiados que anteriormente trabajaban en la agricultura en sus países de origen. Sin embargo, la transición a la agricultura en los Estados Unidos conlleva una serie de desafíos, especialmente en lo que respecta al marketing.

«Es posible para mí cultivar lo suficiente para vender y obtener unos ingresos decentes, pero la comercialización es difícil. Hay mucha competencia», dijo un agricultor.

A pesar de los obstáculos, los refugiados expresan su gratitud por la oportunidad de trabajar y reconstruir sus vidas en los Estados Unidos.

«Me gusta estar aquí. Tengo mi propio trabajo y soy feliz», dice Khadija Aliow, otra refugiada somalí convertida en agricultora.

Para estos refugiados, la agricultura representa mucho más que la mera supervivencia financiera. Es un paso hacia la integración, el empoderamiento y un nuevo comienzo en su nuevo país. Su determinación y resiliencia proporcionan un rayo de esperanza y un ejemplo inspirador para cualquiera que busque reinventarse en un nuevo entorno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *