Las recientes y devastadoras inundaciones en el noreste de Nigeria han sumido a más de 400.000 personas en una crisis humanitaria, según informes de las Naciones Unidas. Particularmente afectada es la capital del estado de Borno, Maiduguri, donde alrededor del 15% de la ciudad está actualmente bajo el agua.
Estas inundaciones agravan una crisis humanitaria ya preocupante en la región, donde la violencia armada ha obligado a millones de personas a huir de sus hogares. Las consecuencias de este mal tiempo son dramáticas y ponen en peligro la seguridad y las condiciones de vida de poblaciones que ya son vulnerables.
Testimonios conmovedores ilustran la angustia de los residentes afectados por el desastre: “Con nuestros niños pequeños, ya no sabemos adónde ir. El gobierno debería mostrar compasión permitiéndonos quedarnos más tiempo en el campamento, porque si volvemos a casa ahora lo tendremos. ningún lugar donde dormir con nuestros hijos y si vamos a casa de otra persona nos sentiremos incómodos.
El mes pasado, 30 personas murieron en el estado de Borno después del colapso de una importante presa. Este desastre ya se ha cobrado la vida de 269 personas en todo el país, según cifras publicadas por la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias el 15 de septiembre.
Las consecuencias de las inundaciones también se dejan sentir en la agricultura, con cultivos y ganado devastados. «Es una tragedia para la gente de esta región que vio sus hogares arrasados», afirmó David Stephenson, representante del Programa Mundial de Alimentos. Subraya que estas inundaciones agravan aún más las dificultades que enfrentan los desplazados en la región, ya debilitados por la violencia.
Las autoridades han advertido del riesgo de nuevas inundaciones en 11 estados tras la liberación de agua de una presa cercana en Camerún. África occidental está experimentando este año una de las peores temporadas de lluvias en décadas, que afecta a más de 2 millones de personas.
Esta alarmante situación requiere una respuesta urgente y coordinada para ayudar a las poblaciones afectadas y prevenir nuevos desastres. Los desafíos que plantean estos mal tiempo resaltan la necesidad de fortalecer las medidas de prevención y adaptación al cambio climático, para proteger a las comunidades más vulnerables ante estos eventos extremos.