En el centro de la agitación política se encuentran tensiones preocupantes dentro del liderazgo del Foro Consultivo de Jóvenes Arewa (AYCF). Las recientes declaraciones del gobernador del estado de Zamfara, Dauda Lawal, en relación con la dimisión del Ministro de Estado de Defensa, Bello Mohammed Matawalle, han provocado reacciones vehementes por parte de la AYCF.
En una declaración firmada por su presidenta general, Yerima Shettima, la AYCF se pronunció firmemente a favor de Matawalle, afirmando categóricamente que la responsabilidad de la dimisión no debería recaer en el ministro, sino en el propio gobernador, Dauda Lawal. Las acusaciones de que se asignaron fondos a notorios líderes de pandillas, como Bello Turji, Dogo Gide, Ado Aliero, Halilu Sububu y Gwaska Dan Karami, así como a algunos medios de comunicación y personas influyentes, han indignado profundamente al grupo.
La filtración de un documento que revela estas transacciones dudosas ha arrojado dura luz sobre la presunta complicidad entre el gobernador y elementos criminales que asolan las comunidades de Zamfara. El arresto de su ex asistente, Bashir Hadejiya, bajo graves cargos de tráfico de armas y conspiración criminal internacional ha aumentado las sospechas contra Lawal, colocándolo en una posición defensiva.
La reciente desaparición del líder de la pandilla Halilu Sububu, atribuida a los esfuerzos sostenidos del Ministro Matawalle y las fuerzas armadas, no sólo ha agravado las tensiones, sino que también ha puesto de relieve la eficacia de las medidas adoptadas para combatir el flagelo de la delincuencia. Los repetidos llamados de Lawal a la renuncia de Matawalle parecen ser más una estrategia de distracción que un deseo real de resolver los problemas.
Esta situación pone de relieve los desafíos cruciales que enfrenta la región y subraya la importancia de acciones coordinadas y decididas para combatir las fuerzas dañinas que socavan la paz y la estabilidad. Más que nunca, es fundamental demostrar transparencia, integridad y valentía para afrontar los desafíos presentes y futuros. El destino de Zamfara y sus habitantes está en manos de quienes se preocupan por el bienestar de la población y la justicia.