**Fatshimetria**
Una amenaza se cierne sobre las cosechas de los horticultores del municipio de N’sele, en Kinshasa. Los gusanos cogolleros han invadido los campos de maíz, poniendo en riesgo los cultivos y la seguridad alimentaria en la región. Ante esta crítica situación, los horticultores lanzan un llamamiento urgente a las autoridades para obtener ayuda y proteger sus cultivos.
En los últimos dos meses, los gusanos cogolleros se han multiplicado exponencialmente, devastando más de 50 hectáreas de campos de maíz. Djemy Dilolo, una horticultora afectada por esta catástrofe agrícola, expresa su angustia y su preocupación por la supervivencia de sus cultivos. Sin una intervención rápida, todos los cultivos podrían desaparecer, lo que provocaría pérdidas financieras considerables para estas mujeres dedicadas a la agricultura.
La falta de apoyo técnico y financiero empeora la situación. Los técnicos agrónomos, habitualmente presentes para asesorar y orientar a los horticultores, brillan por su ausencia. Este abandono deja a las mujeres solas frente a este flagelo, enfrentando pérdidas potenciales que impactan directamente en sus medios de vida y desarrollo.
La agricultura, el pilar económico del país, se ve gravemente afectada por esta crisis del gusano cogollero. Las mujeres hortícolas, responsables de la mayoría de las actividades agrícolas, ven su trabajo y sus esfuerzos comprometidos por fenómenos naturales incontrolables. La necesidad de una intervención gubernamental urgente para frenar esta amenaza es crucial para preservar la seguridad alimentaria de la población local y mantener el equilibrio económico de la región.
Es imperativo que se tomen rápidamente medidas concretas para combatir el gusano cogollero y ayudar a los horticultores a proteger sus cultivos. La agricultura familiar, núcleo de la economía congoleña, merece una atención especial y un apoyo continuo para garantizar su sostenibilidad y su contribución a la prosperidad del país.
En conclusión, la crisis del gusano cogollero en N’sele es un llamado a la solidaridad, la acción y la responsabilidad. Es hora de que las autoridades respondan a este llamamiento urgente y brinden apoyo a los horticultores que luchan por preservar sus cosechas y garantizar su sustento. El futuro de la agricultura congoleña depende de la capacidad de todas las partes interesadas para unir fuerzas y actuar de manera coordinada para superar los desafíos que se interponen en el camino hacia el desarrollo agrícola sostenible.