En el mundo político de Nigeria, las sombras del pasado a veces siguen acechando el presente. Recientemente, el ex presidente Goodluck Jonathan negó enérgicamente la acusación de que durante su mandato se malversaron la asombrosa cantidad de 49.800 millones de dólares de las arcas estatales. Una declaración pública que generó polémica y revivió el famoso asunto que involucró al ex gobernador del Banco Central de Nigeria, Muhammadu Sanusi II.
En el lanzamiento del libro titulado «Public Policy and Agents Interests: Perspectives from the Emerging World», del que es coautor el ex Ministro de Finanzas Shamshudeen Usman, Jonathan afirmó categóricamente que no se perdió nada durante su presidencia. Incluso destacó que esta acusación fue inventada por la dirección del Banco Central, encabezada en ese momento por Sanusi. Este último, que desde entonces se convirtió en emir de Kano, había sido destituido de su cargo de gobernador del banco central.
La tensión entre las dos figuras políticas es palpable, con versiones contradictorias de lo que realmente sucedió durante este período tumultuoso. Mientras Sanusi afirma haber sido despedido por descubrir la desaparición de una suma colosal de las arcas estatales, Jonathan señaló que la auditoría realizada por una empresa internacional había declarado que su gobierno estaba libre de irregularidades.
Este caso ha sido escenario de idas y venidas, con cifras que oscilan entre 49.800 y 12.000 millones de dólares, lo que ha dado lugar a especulaciones e interpretaciones divergentes. Jonathan recordó también que la sociedad Price Water Coopers, encargada de la investigación, había llegado a la conclusión de que la suma en cuestión simplemente no había sido malversada, pero que 1,48 mil millones de dólares seguían sin determinar por parte del NNPC en ese momento.
Esta controversia ha puesto de relieve cuestiones de transparencia y rendición de cuentas dentro de las instituciones gubernamentales, subrayando la importancia crucial de la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción. La compleja historia entre Jonathan y Sanusi continúa alimentando debates en Nigeria, planteando profundas dudas sobre la verdad y la integridad en la esfera política.
En última instancia, este caso resalta la necesidad de una gobernanza responsable y transparente, donde la verdad y la integridad prevalezcan sobre las rivalidades políticas y los intereses personales. A medida que Nigeria continúa avanzando por el camino de la democracia y el desarrollo, es esencial que se aprendan las lecciones del pasado para construir un futuro más justo y próspero para todos sus ciudadanos.