La operación militar en curso en Jartum, capital de Sudán, marca un importante punto de inflexión en el conflicto que azota al país desde hace más de un año. Este jueves 26 de septiembre, el ejército sudanés lanzó una gran ofensiva para recuperar el control de la capital, actualmente dominada por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR). Desde el inicio de la guerra en abril de 2023, estos paramilitares ocuparon el palacio presidencial y extendieron su control sobre la ciudad.
Las fuerzas armadas sudanesas movilizaron recursos considerables para esta operación, con ataques aéreos, disparos de drones y artillería pesada y media. La reconquista de tres puentes estratégicos que conducen a Jartum marca la pauta de esta ofensiva, cuyo principal objetivo es expulsar a las RSF de la capital y reconquistar el palacio presidencial.
Los combates se concentran en varios ejes clave de la ciudad, como el puente Halfaya, el barrio de Faou, el mercado central de Jartum o el barrio de Mogren, al oeste del centro. Los enfrentamientos son feroces y las fuerzas armadas sudanesas continúan avanzando, decididas a llegar al corazón de Jartum.
En respuesta, las RSF bombardearon posiciones del ejército en Omdurman, provocando varias víctimas civiles. Esta escalada de violencia aumenta las tensiones y los riesgos para la población civil, obligada a huir de las zonas de combate y vivir en la incertidumbre.
Lo que está en juego en esta ofensiva va más allá del marco local: el general Abdel Fattah al-Burhan denunció ante el Consejo de Seguridad un complot regional e internacional destinado a desestabilizar Sudán. Los llamamientos a la paz y al cese de las hostilidades están aumentando, pero la situación sobre el terreno sigue siendo preocupante.
Ante esta crisis humanitaria y de seguridad, es urgente encontrar soluciones diplomáticas que pongan fin a los combates y permitan la reconstrucción de un Sudán estable y próspero. Los actores regionales e internacionales tienen un papel crucial que desempeñar en el apoyo a los esfuerzos de paz y el trabajo hacia una resolución pacífica del conflicto.
En estos tiempos turbulentos, la esperanza reside en la movilización de la comunidad internacional y en la solidaridad con el pueblo sudanés, que aspira a vivir en paz y seguridad en un país donde reinan la justicia y la libertad.